martes, 16 de marzo de 2021

LA FRANJA DE ORIÓN.

No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2º Cor. 4:18.

Como astrónomo aficionado, e podido observar muchas veces el cielo. Los que vivís en el cielo austral, contemplarais las bellas estrellas y sobre todo la Constelación de Orión. 

En el desierto e observado muchas vedes esas hermosas estrellas. 

Es como mirar una franja de luz en la Nebulosa que refleja la grandeza de Dios. Esta analogía sumamente expresiva en vista de la costumbres que había en los tiempos del Apóstol Pablo cuando se cruzaba el desierto en caravana. 

Es como viajar en tren las calles de una ciudad India, cuando miras al cielo ves una franja azul. 

Pablo nos explica ahora cómo es posible que veamos las aflicciones de esta vida en su verdadera perspectiva y las cataloguemos como las estrellas del firmamentos, como una cosa consecutivas que hoy están y mañana no están como algo transitorio. 


Pablo esta mirando en su máxima perspectiva en la gloria del reino de Dios (Heb 12:2). Cualquier cosa que capture nuestra atención determinará cómo enfrentaremos las pruebas: si con esperanza y paciencia. 

O con disgusto y amargura. Creo que lo primero se alcanza contemplando las cosas invisibles del mundo eterno (Fil. 4:8), las realidades espirituales de Cristo; lo segundo es una directa consecuencia de contemplar las cosas visibles y transitorias, como la riquezas, los placeres y la fama.(Mat.6:24-34).

El cristiano debe de tener presente es fijar nuestra mente en Cristo, así llegaremos a ser semejantes a él (cf. Heb.11:10, 26-27, 39-40; 1º Ped.1:11). 

El hombre, ve las cosas próximas, las que son tangibles, las cosas materiales y las aceptan y nos decimos que estás son las cosas que realmente son importantes, porque constituyen hechos sólidos y sustanciales. 

Esta es la franja de luz pequeña que vemos en el cielo muy lejana de la franja espiritual que veía Pablo. El hombre debe de ver más haya de lo físico, o de lo material, porque todo ello perece en cuanto dejamos este mundo. 


Esta debería de ser una lección para el hombre moderno. Sus sentidos son bombardeados con teorías evolucionistas, y con
estímulos que proceden de un mundo material, y anulan las realidades eternas de un mundo superior. 

Pablo en su época comprendía que todo que no edifica se destruye. El mundo esta colapsándose a la miseria, como en tiempos de Pablo. 

Es por eso que debemos de reflejar el carácter de Cristo y hacer el bien a los de más. Dentro de los ruidos dejemos oír la voz de Dios. 

Es necesario ayudar a los que más necesita nuestra ayuda y no dejemos de orar.

MARANATA.

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