Dentro del pueblo de Dios, había dos clases de hijos de Dios. La primera era los descendientes de los hijos de Jacob, y la otra era la multitud mixta. La que se quejaba por todo, y contagio al pueblo de Dios.
En Exodo vimos como Moisés y arrojó las tablas de su mano, y las quebró al pie del monte (Gén 32:19). El pueblo hacía poco que había hecho un pacto con Dios.
Moisés arrojó al suelo las tablas de piedra, por orden divina, con el propósito de romperlas a la vista del pueblo, mostrando así que éste había quebrantado el pacto tan reciente hecho por Dios. (ST. 20- 1880).
Hoy pasa lo mismo en el pueblo de Dios, hacemos pacto con Dios, y después lo olvidamos.
Los hombres están más dispuesto a disfrutar de las recompensas de la vida, que a vivir con corrección. Pero nuestro Dios insiste que sólo los obedientes pueden recibir las recompensas.
El que se volviera a escribir la ley sobre tablas de piedra prueba que esta ley es eterna e inalterable (Mat. 5:17-19; Rom. 13: 8-10; Efe. 6:2; Sat. 2:8-12; 1º Jun 2:3,4; 5:2-3).
Dios declara al hombre que la ley es inmutable y no hay variación en ella. El nombre del Señor representa su carácter, con las tres cualidades fundamentales: misericordia, justicia, y verdad.
Esto es importante para todo hijo de Dios que se quiere acercar a él. Siempre tendrá descanso de su lucha interior.”Venid ami todos los que estáis cargados y cansados”.
Dios siempre ha manifestado amor por su pueblo. Es”misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad”. . .
A lo largo de la historia de su pueblo Dios ha demostrado su infinito amor y su gracia sobreabundó para con su pueblo.
Necesitaban una esperanza y una seguridad. Moisés recibió del carácter de Dios, el Sinaí se proclama la ley divina, sino también la gracia divina.
En esta ley está la justicia y la misericordia de un Dios compasivo.
La excelsa proclamación de la gracia, dada en el Sinaí, no anula la ley dada por Dios ni desbarata la justicia divina, como alguno pretende.
Aclara las relación existente entre la gracia y la ley. Los hijos de Dios, por muy pecador que se sienta, tiene a dónde acudir.
Aunque Israel fue un pueblo rebelde, muchos hallaron la gracia de Dios, y murieron con la esperanza de entrar en Canaán en el día de la resurrección.
Nosotros los que vivimos, tenemos la esperanza de esta resurrección prometida por Dios desde el Sinaí. A través de la oración y el estudio podremos comprender mejor lo que pasó en el Sinaí.
MARANATA.
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