Por más que el hombre se esfuerce y se pregunte: ¿Por qué me pasa esto, o aquello? ¿Por qué ami si y a él no?
¿Por qué mi amigo está en una situación de bienestar y yo no?
Son tantas preguntas que el hombre se puede hacer, que llenaría libros enteros. Job se hacía estas preguntas, pero no había respuesta. Así las hacía Job.
Cierto es que la historia de Job era muy especial. Dios no ponía las pruebas a Job, sino que su adversario como león rugiente, quería devorarlo.
Esto es lo que hace Satanás con el hombre, que este pierda su confianza con Dios.
Fue uno de los peldaños de la escalera por la cual Job ascendió de la desesperación a la fe, fue el reconocimiento de que no estaba siendo castigado injustamente, que se lo estaba probando a fin de que saliera como oro de crisol.
Muchos de los hijos de Dios en todo el mundo, serán probados, cada uno conforme a su fuerza y a su fe. Cierto es que no todos seremos probados de la misma forma.
Pero que todos seremos probados conforme a la gracia de Cristo, como lo fue Job. Dios emplea las pruebas para purificar nuestro carácter, y son como llamas de fuego.
Los que sean trasladados al reino de Dios, no tendrán ninguna mancha en su carácter. Será como el oro bruñido, purificado en el crisol de las pruebas.
Es duro decirlo, y más duro pasarlo. Cristo pasó la prueba del dolor y sufrimiento, y no abrió sus labios. Sino que con mansedumbre fue llevado hasta la cruz.
Él fue nuestro mayor ejemplo. “He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción” (Isa. 48:10).
Los hijos de Dios no serán refinados con la intensidad del calor que es necesario para purificar el oro.Dios emplea las pruebas para que desarrollemos el carácter de sus hijos.
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después de fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Heb. 12:11).
Las pruebas son duras, pero el cristiano las tiene que llevar con paciencia. Sabiendo que la recompensa es mayor que la aflicción.
“Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación (pruebas) la salida, para que podáis aguantar”.
El dice: “Santificar a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo. E invócame en el día de la angustia: te libraré, y tú me honrarás. (1 Cor. 10:13; Sal. 50:14-15.
MARANATA.
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