Orar sin cesar 1º Tes. 5:17.
En la Edad Media y aun muy reciente en los monasterios monacales, y en los conventos y seminarios religiosos se tiene la costumbre de hacer largas horas de oraciones.
En vez de ser una comunión con Dios, era más bien una tortura. Dios no quiere ese tipo de oraciones, por buena fe que sean hechas.
El humillarse ante Dios no es hacer grandes letanías. Es evidente que este pasaje no quiere decir que un cristiano debería pasar todo el tiempo en oración.
Un espíritu de oración como lo hacía Daniel, y los apóstoles en sus vidas, era resalta los valores cristianos. Nunca se debe cortar la relación con el cielo (Luc. 18:1).
Pablo trabajaba “de noche y de día” (1º Tes.2:9), y también oraba “de noche y de día” (1º Tes. 3:10). sus oraciones no disminuían debido a su trabajo.
Recuerdo en mi juventud, cuando trabaje en Francia cerca de Suiza, en mi trabajo y en muchas ocasiones ora a mi Dios. Y cuando me iba a dormir, dedicaba un tiempo a la oración.
Cuando se adquiere una buena costumbre, es difícil de dejarlo. Pablo estaba acostumbrando a hablar con su Señor, y mantenía esa relación con su Padre celestial.
Esto es lo que debe de suceder con cada cristiano. La oración nos acerca a Dios. “No hay que confundir la oración con los rezos de otra religión.
Una cosa es hablar con Dios, y otra cosa es rezar a un objeto que se supone que está en el cielo, cuando no lo esta. Pablo era un hombre misionero y de oración constante.
Todos sabemos que orar es hablar con Dios, como hablas con tu hijo. Esto implica en todas las circunstancias, ya sea de gozo o de dolor (Fil. 4:6; Col. 4:2).
Y la oración nos da la seguridad bien definida de que aun aquellas cosas que parece estar contra nosotros, pueden ser para nuestro bien.
Tenemos el caso de Daniel y su tres amigos. Daniel dio gracias cuando conoció el decreto de muerte, al igual que sus compañeros (Dan. 6:10).
Creo con sinceridad que Pablo nos ha dejado un notable ejemplo de estar agradecidos y de orar constantemente. Algunas veces descuidamos la oración por las preocupaciones.
En otros casos dejamos de orar porque nuestras oraciones parecen no elevarse del suelo. Dios parece estar muy lejos, de nuestra oración.¿”Hemos perdido nuestra sensibilidad a la presencia de Dios porque “el mundo ha estado demasiado con nosotros”?
“Las tinieblas del mal cerca a aquellos que descuidan la oración”. ¿Porque los hijos de Dios son tan remisos en orar?
La oración es la llave en la manos de la fe para abrir el almacén del cielo. “Orad sin cesar” es la petición de Dios.
MARANATA.
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