DEJEMOS DE SER NIÑOS.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, jugaba como niño; mas cuando ya fui hombre, deje lo que era de niño. 1º Cor. 13:11.

Estas sencillas palabras de Pablo plantea el problema de que es la madurez. Cuando el cristiano llega ha esa madurez. 

¿Cuáles son las diferencias básicas del pensamiento, el hablar y la compresión de un niño y un adulto? 

No es igual la experiencia de la niñez y la edad madura, para destacar cuánto dista el conocimiento borroso de las cosas que ahora poseen los hombres de la luz brillante del conocimiento que tendrá en el cielo. 

El niño quiere las cosas rápidas, no quiere esperar, no puede medir las consecuencias de su decisión. El adulto puede ejercer paciencia. 

El niño que esta aprendiendo a hablar, con la sabiduría que remplazará al conocimiento terrenal en un futuro. 

El adulto considera los valores y está dispuesto a postergar un deseo si ello fuese necesario. 

El niño ejerce su actividad mental rudimentaria propia de su infancia, un tipo de pensamiento que no puede ser considerada como un razonamiento cabal. 

Las cosas que llamaban entonces la atención, perdieron su valor cuando llega a la madurez. 

Una de las características de la madurez del cristiano es la disposición a escuchar lo que Dios dice en su palabra, para luego alcanzar una madurez en el conocimiento de Dios. 

Me pregunto: ¿Por qué cada generación de cristianos debe de aprender las lecciones de la palabra de Dios por el camino más duro? ¿Por qué no podemos confiar en la palabra de Dios? 

Tenemos ejemplos en el AT de personas que fueron como niños y no quisieron hacer lo que Dios les mandaba. 

Vemos que sus consecuencias en la vida fueron las más funestas, ya que fueron llevados a la cautividad por su mal proceder. 

Creo que la madurez tanto en lo personal, como en lo religiosos, es la capacidad de poseer profundas convicciones, y sin embargo tolera a las personas cuyas convicciones difieren de la nuestras. 

Tenemos el mayor ejemplo, Cristo fue tolerante, cortes, amable, y misericordioso con los demás. 

Fue tolerante con aquellos que no tenían su fe y conocimiento de su Padre. 

“Los que difieren de nosotros en fe y doctrina deberían ser tratados bondadosamente”.

La última característica de la madurez es un agudo sentido de responsabilidad. 

Los cristianos aceptan las responsabilidades planteadas en la palabra de Dios, en su trabajo y en su familia. 

Les preocupa más lo que pueda hacer por el prójimo que lo que otros puedan hacer por él. Pablo pensaba en la madurez del cristiano en términos de amor hacia los demás.

MARANATA.

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