LA FIDELIDAD TIENE UN PRECIO.

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara (cuarto) que daban hacía Jerusalén, se arrodillo tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como solía hacer antes. Dan. 6:10.

A lo largo de los siglos, ha habido hombres fieles a Dios y que no han tenido miedo a la muerte. Estos hombres de corazón humildes dedicaban sus oraciones de agradecimiento a su Dios durante el día. 

Muchos de ellos fueron torturados, quemados, y otros comidos por fieras salvajes. Dios siembre ha tenido hombres fieles que han puesto a Dios en primer lugar en su vida. 

Debemos hacernos una imagen de cómo son las casas en los desiertos o en las ciudades de cualquier país araba. Las casas tenia una terraza y en un extremo tenían un cuarto con ventanas que servia para la oración y la meditación. 

Habría sido fácil para Daniel pensar en pasar desapercibido y orar en secreto hasta que cesara el decreto. 

Daniel era de convicciones correctas y éticas. 

En la Biblia hay tres manera de orar a Dios. Orando cuando un esta sentado (2º Sam 7:18); Cuando uno esta inclinándose, como Eliezer (Gén. 24:26); y como lo hizo el profeta Elías (1º Rey. 18:41); 

y a menudo de pie como lo hizo Ana (1º Sam. 1:26). La actitud más comuna es de rodilla; Esd. 9:5; Jesús Luc. 22:41; Esteban Hechos 7:60. 

Daniel como de costumbre se arrodillo ante su Dios. El impacto de la lealtad de Daniel sobre las persona de su tiempo fue impactante. 

Su fe inquebrantable hacía su Dios dejo huella en el rey. Las tres oraciones de Daniel era entre la tercera, sexta, y la novena. Este ejemplo debería ser imitado por los hijos de Dios. 

Es cierto que cuando uno va por la calle puede orar al Señor y en cada momento, pero esta no es la cuestión. 

En dedicar un tiempo a Dios, cuando te levantas, al mediodía para darle gracias por su protección, y por la noche, para contarle lo que más te preocupa, y darle las gracias por todo lo que ha hecho por ti. 

Hay muchos que se levanta al trabajo, y por el camino hacen una oración, “Esto es un acto patético” otros se acuerda cuando se van acostar, si es que se acuerdan, por que muchos no lo hacen. ¿Queremos que Dios nos bendiga? 

Pero la triste realidad es que sólo nos acordamos de Dios cuando hay tormenta y relámpagos. 

La oración debe de ser muy especial entre Dios y el hombre. 

La causa principal de la pobreza e ineficacia del hombre es debida a una inexplicable negligencia en la oración.

Puedo escribir, leer, conversar y oír con voluntad presta; pero la oración es más intima y espiritual que estas cosas y por eso mi corazón carnal fácilmente lo rehuye. 

La oración, la paciencia y la fe nunca quedan sin efecto. Hace tiempo que he aprendido que si llego a ser instrumento en la manos de Dios será por la oración de fe.

MARANATA.

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