miércoles, 23 de septiembre de 2020








Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundo, ha visto mis ojos al rey, Jehová de los ejércitos. Isaías 6:5.

Isaías siempre había pronunciado ayes sobre los pecadores del pueblo de Dios (cap. 5:8-30). Ahora, lleno de pavor, al encontrase en la presencia de Dios santo, siente profundamente las imperfecciones de su propio carácter.

Todos los hijos de Dios, que guardan su ley, pasaran la misma experiencia que Isaías, a medida que nos acerquemos a los tiempos finales. “Ha visto mis ojos al Rey”. 

Esta visión de la santidad y la gloria de Dios proporciono a Isaías una idea de la pecaminosidad e insignificancia del hombre. Muchos de los cristianos, no nos hacemos la idea de la majestad de Dios. 

Isaías contemplo a Dios y luego se miro así mismo, y comprendió que él al igual que nosotros no somos nada en comparación con el Eterno (5:24) vio su culpabilidad. 

Moisés ocultó su rostro cuando entro en la presencia de Dios (Exo.3:6), y Job se aborreció a sí mismo y se arrepintió en el polvo y ceniza (Job 42:6). 

Me hago la pregunta: Si un cristiano de hoy día se encontrara en la situación de Isaías ¿que diría? Sabiendo que tenemos una pecaminosidad de dos mil año más que el. 

Es decir: dos mil años de degradación moral más. El joven profeta recibió esta visión, porque su vida estaba en armonía con la voluntad de Dios del universo. “yo” se que tengo que hacer un cambio en mi vida.


Y usted también tiene que hacer ese cambio en su vida. Si no fuera así, ni usted ni yo, veríamos a Jesús. Todos tenemos experiencias, cada día tiene que ser una experiencia con Cristo. 

Isaías luchaba cada día con su tendencia de su carácter, al igual que nosotros. Fue la humildad de Isaías la que le llevo a decir: “¡ay de mi” cuando comparó su propia imperfecciones y la de su pueblo con la perfección de Dios. 

Dios en su gran misericordia, respondió a la confesión de su siervo, enviando un ángel para que tocase sus labios con un carbon del altar. Esto representaba el poder refinador y purificador de la gracia divina. 

También significaba una transformación del carácter.La experiencia de Isaías debería constituir un modelo para cada cristiano que entra en el lugar de culto. El adorador debería percatarse de la presencia de Dios en el culto. 

Y no estar usando su móvil. Dios es un Dios Santo, y los que están en su Santa Presencia, deberían estar orando o cantando himnos de alabanza. 

Los ministros y los hijos de Dios, deberíamos reconocer nuestro pecado, y con humildad buscar su perdón. Cristo nos a prometido el perdón y la purificación. Nuestra mayor necesidad es que nuestros labios sean tocados con el fuego del altar.

MARANATA.

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NOTIFICACION A LOS LECTORES.

Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7 (a través de https:// se puede ver estos blog) (No puedo poner más fotos por el sistema que nos han puesto. el blog esta trastocado.“Lo siento”.

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