Pablo deja el problema personales que los cristianos podamos tener, y se ocupa en un punto muy importante, que es asa ver las relaciones entre los cristianos y el mundo.
En Romanos 12:18, da los consejos a los cristianos. El hijo de Dios, como verdadero cristiano que espera la segunda venida, debe de hacer todo lo que pueda para mantener la paz.
Cierto es que a veces cuando la fidelidad a Dios y a sus mandamientos pueden obligar a provocar alguna oposición. En la vida de Pablo era un constante conflicto era casi constante, y nos muestra que es muy difícil estar en paz, cuando se dice la verdad con amor.
Vivimos en un mundo que el príncipe es Santanas, lo crea la gente o no es su reino, y por lo tanto hay conflictos entre el poder de Dios y Satanás.
En este conflicto los hijos de Dios no deben esperar que todo sea paz; pero el cristiano debe vigilar para que cuando se altera la paz no sea por culpa suya.
El cristiano debe en todo momento hacer el bien a los de más.
Dios no sólo vela por los que han elegido servirle sino que atiende sus pedidos en busca de la gracia para hacer “el bien” , y de misericordia cuando no han hecho “el bien”.
Los hijos de Dios no deben de ser groseros en su trato con los demás. Cristo demostró amabilidad hasta con sus enemigos. El Salmista nos dice: "Apártate del mal, y haz el bien, busca la paz, y síguela".
La vida cristiana tiene aspecto positivos como negativos: no sólo debemos apartarnos del mal, sino que también debemos practicar en bien; no basta no hacer el mal, hay que practicar el bien.
El hecho de ser cristiano no necesariamente nos libra de la aflicción, Cristo padeció y sufrió por sus hijos, así sus hijos en la aflicción pueden ayudar a otros en sus aflicciones.
Sin embargo, los sufrimientos del cristiano son menores que los del incrédulos, pues éste debe, además, sufrir los efectos de la intemperancia, del crimen y de los malos hábitos.
Muchos cristianos son fuertes, dentro de los mantenimientos de una vida implícita y integridad dentro de un estado.
Y tiene deseos de ayudar a otros que lo necesitan. Pero olvidan que dentro de su comunidad religiosa hay personas que lo pasan mal, y que necesitan ayuda.
Debemos tener paciencia y bajar los peldaños del orgullo, y ser humildes y ayudar a nuestros hermanos de la fe, pues son tan importantes que los que hay afuera.
No dejando de hacer lo uno, pero es licito hacer también lo otros. Creo que el gozo de tal amor y compañerismo valdrá más que la paciencia requerida para profesarlo.
MARANATA.
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