sábado, 28 de marzo de 2020

DEJA SALIR A MI PUEBLO.

Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: 
¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva Exodo 10:3
Hay que tener mucho cuidado con las fecha de los faraones, ya que depende del Egiptólogo dará una fecha o otra. 

La historia nos dice que el faraón Ramsés II hijo de Seti I fue el que estaba en el poder cuando Moisés estuvo en su presencia. 

Una y otra vez les fue denegado salir al pueblo de Israel a adorar a su Dios. La gran pregunta para el Faraón: 

¿Hasta cuándo? En el cap. 9:27; tenemos la confesión había sido un acto humillante, pero esto fue anulado por una orgullosa reacción de su vano orgullo (cap. 9:34,35). 

Lo que Dios deseaba no era una mera profesión de humildad, sino que actuara de acuerdo con esa actitud de humildad. El arrepentimiento de Faraón no sería genuino hasta de Egipto. 

que dejara salir a los israelitas. De esa experiencia que nos deja la historia que podemos aprender los hijos de Dios. Y por ende las naciones del mundo. 

1º Dios no quiere que si pueblo siga viviendo en la esclavitud del pecado. 2º Las naciones serán castigadas como lo fue Egipto, por su orgullo y su idolatría. 

Lo curioso es que un tiempo después, Israel fue llevado cautivo a Babilonia, por el mismo fin que fue castigado Egipto. El ser humano tiene tendencia a tropezar en la misma piedra dos veces. 

Las enseñanzas de Israel es una advertencia para el cristiano. Cierto es que Dios tiene misericordia con su pueblo, y lo hace retornar a la ciudad de Jerusalén. 

Los judíos a lo largo de su historia fueron muy legalistas espiritualmente. Y esto los llevo a no aceptar al Mesías como su salvador. Y esto les llevo a una ruina espiritual. 

Dios interviene para librar a su pueblo mediante el Evangelio enviando a Pedro y a Pablo y a muchos otros a dar testimonio de la verdad. . . 

Pero aunque parezca extraño, muchos esclavos de las tradiciones, y del pecado no quisieron ser libres. Hay una libertad que Dios anhela: 
“Mas ahora que habéis sido liberados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Rom. 6:22).  

Esta es la mayor de todas las libertades. Cristo está a las puertas, y llama a todos sin distinción de colores ni de razas. 

Resulta animador saber que en las grandes batallas contra el pecado y contra nuestro carácter, Dios desea que seamos libres. 

Dios lo desea de tal forma que a dado a su Hijo unigénito para que usted pueda ser salvo y obtener la victoria en Cristo Jesús.

El evangelio es libertad y donde hay libertad no hay esclavitud. A todos lo que esclavizan al hombre Dios le dice: ¡”Deja ir a mi pueblo”!
MARANATA.
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