Cuando decidimos seguir al Señor
por la senda que el nos traza, y somos fieles a Dios el poder del
Espíritu Sano obra en nosotros. Esta es la condición del éxito en
la senda cristiana.
Ninguna otra cosa bastará. Puede haber nacido
pobre, príncipe, noble, Marques o conde, ser un gran científico en
cada campo que hay, eso no importa no puede asegurar el éxito.
Solamente el poder del Espíritu Santo suple la necesidad. Sólo
cuando tienes ese poder en ti, el fracaso resulta imposible.
Este
poder es para testificar y da (1) poder interior, (2) poder para
proclamar el Evangelio, (3) poder para cambiar nuestro carácter, (4)
y poder para morir en Cristo.
Cristo comenzó la obra que había
hecho en la tierra, y seguirá haciéndola aun mayores en nosotros
(Jun.14:12).
No obstante, no supongas por un solo momento que el
hecho de tener el Espíritu Santo significa que en el cristianismo no
queda lugar para ejercicio de las facultades intelectuales.
Es cierto
que la causa de Cristo puede perder todo efecto mediante la
“sabiduría de las palabras”, pero puede anularse aún más su
efecto por falta de sabiduría.
El cristiano sincero, puede
testificar con su palabra y sobre todo con sus hechos. Este es el
gran Hándicap si tus hecho no están a la altura de tu profesión de
fe.
Por ejemplo: Algunas personas buenas pero melancólicas y
equivocadas, sustituye la piedad por la monotonía. Considera sagrada
la aridez.
Para ello la señalan la gracia es estacionar la mente
fuera de la iglesia antes de entrar a hacer la santa cena con Dios.
Esta actitud es poco menos que un sacrilegio.
A los seguidores de
Cristo se le exige hoy que den un testimonio personal de lo que creen
y de lo que practican. El propósito de Dios es salvar a la mayor
cantidad de hombres y mujeres para el reino de Dios.
Pero el hecho es
que sin la inteligencia, sin la consagración, y sin reverencia a las
cosas de Dios, resulta imposible ser un hijo de Dios.
“Examinadlo todo, retener lo bueno” “Amarás pues al Señor tu Dios. . .de toda tu mente” (1º Tes.5.21; Mar. 12.30).
“Examinadlo todo, retener lo bueno” “Amarás pues al Señor tu Dios. . .de toda tu mente” (1º Tes.5.21; Mar. 12.30).
El cristiano debe de
consagrar cada don que tiene a Dios. La realidad es que mucha gente
no profundiza en las cosas del Señor.
Y él Señor pide una reflexión más genuina en estos tiempos en que vivimos.
Y él Señor pide una reflexión más genuina en estos tiempos en que vivimos.
El poder de
Dios concedido a través del Espíritu Santo enriquecerá y
santificara cada don que le entreguemos con humildad y consagración.
Si permitimos que el Espíritu Santo more en nosotros, cada una de nuestras debilidades puede usarse para gloria de Dios.
MARANATA.
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de este blog. Oren por mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7
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