La frase “Premura” Heb.
Jafaz, “alejarse apresuradamente”, como con miedo por la alarma.
Si vamos al A. T. Nos encontramos que es Dios que está animando a
Israel a que no tenga miedo por los enemigos que encontrara en el
camino (Deut.20:3).
El cristiano se tiene que enfrentar a grandes
retos en su vida. Imaginaros que una mama, pierde a su niño en un
centro comercial, la angustia que pasa la madre o el padre no se
puede describir en una hoja de papel.
El niño lo pasa peor, ya que
su mama no aparece, la angustia va creciendo hasta que clamaron a
Dios por su hijo. La respuesta llega al momento, un hombre
vestido de verde le trae a su madre el niño perdido.
Cuantas
alabanzas eleva a nuestro Dios, no hay palabras para describir el
momento más feliz de la madre. Cada uno de nosotros tenemos algo de
niño.
Perdimos a nuestro Padre, lloramos para que nos ayude a
encontrar el camino devuelta para ir al hogar perdido.
El salmista en el lecho de la muerte, clama a Dios para que no lo abandone.
El salmista en el lecho de la muerte, clama a Dios para que no lo abandone.
El niño
perdido quiere volver a su casa con su Padre. Satanás aprovecha
estas oportunidades cuando nos desviamos del camino correcto y vamos
al camino de un mundo perdido.
Dios conoce nuestros sentimientos y
nos consuela en su palabra con textos como este: “He aquí el ojo
de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su
misericordia” (Sal.33:18). La confianza de su pueblo está puesta
en su Dios.
Esta es una razón con fundamento, debemos alabar a
nuestro Dios por los inmensos cuidados con que nos protege. “El ojo
de Jehová contempla toda la tierra, para mostrar su poder en favor
de los que tienen corazón perfecto para con él” (2º Crón.
16:9).
Los ojos de Jehová están por doquiera, siempre buscando a
los que le sirven de todo corazón, para que mediante ello pueda
revelar su gran poder y realizar su maravillosas obra.
Mediante los
rectos, de su pueblo el mundo llegara a conocer la naturaleza y el
poder de Dios.
Hay momentos en nuestra experiencia que son tan oscuros de una noche sin luna.Nos alarmamos y, en nuestra desesperación, nos preguntamos si hicimos algo que no agrado a Dios.
Hay momentos en nuestra experiencia que son tan oscuros de una noche sin luna.Nos alarmamos y, en nuestra desesperación, nos preguntamos si hicimos algo que no agrado a Dios.
Y pensamos que Dios nos abandono. Eso no es cierto, Dios no abandona
a nadie, por muy pecador que sea; es el hombre quien abandona a Dios.
Dios llama a la puesta de nuestro corazón, la respuesta es tuya y
mía.
Pero digamos como Job: Yo sé que mi Redentor vive, y en el día
final se levantará sobre la tierra. (Job 19:25).
MARANATA.
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