Del cual yo fui hecho ministro
por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la
operación de su poder. Efe. 3:7.
Los ministros deven de ser
activos en la obra de Dios. Cada uno de nosotros somos ministros en
la gran obra de Dios en la tierra.
El problema estriba, en que no
todos podemos hacer lo mismo. Cada uno tiene un cometido en la vida
antes de que Cristo venga.
Y es en ese sentido que todo su pueblo
guiados por el Espíritu Santo, debemos estar empeñados de
determinar la obra que hemos empezado en nuestra vida.
No seamos como
los antiguos en la época de Pablo, que sólo pocos fueron fieles al
Señor. “Ya me justaría ser como el apóstol Pablo”
pero se que no puedo llegar a su altura, Dios en su grande misericordia me ha dado un don y mi obligación es ejercer ese don para beneficio de los cristiano.
pero se que no puedo llegar a su altura, Dios en su grande misericordia me ha dado un don y mi obligación es ejercer ese don para beneficio de los cristiano.
Debemos estar agradecidos a Dios por darnos ese don o
dones, bien usados glorificara a Dios y a su obra.
En mis blog de Daniel y el Apocalipsis, detallo como Constantino se apodero de la iglesia para su beneficio personal.
En mis blog de Daniel y el Apocalipsis, detallo como Constantino se apodero de la iglesia para su beneficio personal.
Dando el poder ha está iglesia
dominante para su propio beneficio, convirtiéndola en voceros de
Dios. El Espíritu Santo no podía estar con estos voceros de Dios,
pero si estuvo con los voceros Valdenses.
El Espíritu Santo en
nuestro siglo usa a voceros en grupos pequeños para alumbra a la
comunidad y después a la ciudad. Hay una cita sobre como trabajaban
los valdense para extender la luz al mundo que dice:
Trabajaban con
paciencia y tenacidad en profundas y oscuras cavernas de la tierra,
alumbrándose con antorchas, copiaban las Sagradas Escrituras, verso
por verso, y capítulo por capítulo. Así proseguía la obra y la
Palabra (CS. 74).
Hoy en pleno siglo XXI, con grandes comodidades,
nuestras lamparas no alumbran al mundo, son antorchas que dan poca
luz. El Espíritu Santo se retirara de nosotros sino hacemos caso a
su mandato; entonces vendrá la muerte súbita.
El Espíritu Santo
responde, como hizo con Pablo en Efe 3:7, a cada interrogante que
podamos tener respecto a nuestro ministerio el la responderá. El
Espíritu Santo “usa el don que te a dado”
“¡Nadie diga no
estoy preparado para esta obra!” Todos somos antorchas para
alumbrar al mundo. Pero la decisión es tuya.
El Espíritu contesta a nuestra mente: “Tú puedes servir en este ministerio en base a la gracia divina”.
El Espíritu contesta a nuestra mente: “Tú puedes servir en este ministerio en base a la gracia divina”.
Buscamos una excusa: “¿Cómo obtendré la fuerza
para llevar a cabo este ministerio?” Os aseguro que el Espíritu
Santo da las fuerzas más de lo nosotros nos imaginamos.
MARANATA.
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