El apóstol Pablo no esta
enseñando que el cristiano ya no tenga la obligación de obedecer
los diez mandamientos (Rom 3:31).
Jesús no vino para liberar a los hombres de la observancia de los diez mandamientos, sino para mostrarles la posibilidad de la obediencia y proporcionales el poder necesario para la victoria contra el pecado (Rom.8:4).
La ley sera un prueba para el mundo en que vivimos, una prueba de lealtad o desobediencia total a la ley de Dios. Durante dos mil años la ley de Dios fue abolida por el hombre, con el fin de imponer su propia ley al mundo. Todos estas categorías se levantaron contra Dios y su ley.
No reconocieron la autoridad divina, sino que se amoldaron a su propia ley echa por hombres impíos.
Cuando un ser creado se resiste a vivir en armonía con las leyes del universo, presume que su opinión es más sabia que la de Dios.
La rebelión contra la autoridad de Dios. Hay ocho clase que se menciona en este texto: los desobedientes, los impíos, sodomitas, Fornicarios, mentirosos secuestradores, y los que perjuran, la lista es interminable.
Hay gente que no hacen distinción entre lo santo y lo secular.
Cuando el corazón humano se alejan de Dios, de su sabia voluntad es necesario que El nos advierta del peligro en que nos encontramos.
Pablo presenta un severo cuadro de los que desafían la ley de Dios.
Hay muchos cristianos que han creído que la ley sirve sólo para condenarnos, y que una vez que Jesús nos dio la cobertura legal y nos “declara justos”, ya no necesitamos de la ley.
Pero en realidad, el Espíritu Santo nos esta indicando que la ley cambia su ubicación y su método de trabajo.
Pasa de lo exterior a lo interior, y nos declara que debemos hacer, cuando una persona ama a Cristo y hay un vinculo de unión por la fe. Como dice Pablo:
“¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley (Rom.3:31).
Todos seremos juzgados por la ley, sea nuestras obras buenas o malas.
Y la “confirmamos” Cristo la puso en nuestro corazón. Porque la ley es una expresión del carácter de Dios.
Dios escribe sus valores en el corazón del hombre, siempre que el hombre este dispuesto a escuchar la voz de Dios.
Y a través de la oración vigilante, tenemos un canal abierto al trono de Dios. El camino hacia el trono de Dios está abierto.
Nuestra oraciones silenciosas llegan hasta el trono de Dios. La oración es el aliento del alma.
Es el secreto del poder espiritual. Y en el, Cristo clavo su ley, para que todos por fe y amor entremos en la Tierra Nueva.
Jesús no vino para liberar a los hombres de la observancia de los diez mandamientos, sino para mostrarles la posibilidad de la obediencia y proporcionales el poder necesario para la victoria contra el pecado (Rom.8:4).
La ley sera un prueba para el mundo en que vivimos, una prueba de lealtad o desobediencia total a la ley de Dios. Durante dos mil años la ley de Dios fue abolida por el hombre, con el fin de imponer su propia ley al mundo. Todos estas categorías se levantaron contra Dios y su ley.
No reconocieron la autoridad divina, sino que se amoldaron a su propia ley echa por hombres impíos.
Cuando un ser creado se resiste a vivir en armonía con las leyes del universo, presume que su opinión es más sabia que la de Dios.
La rebelión contra la autoridad de Dios. Hay ocho clase que se menciona en este texto: los desobedientes, los impíos, sodomitas, Fornicarios, mentirosos secuestradores, y los que perjuran, la lista es interminable.
Hay gente que no hacen distinción entre lo santo y lo secular.
Cuando el corazón humano se alejan de Dios, de su sabia voluntad es necesario que El nos advierta del peligro en que nos encontramos.
Pablo presenta un severo cuadro de los que desafían la ley de Dios.
Hay muchos cristianos que han creído que la ley sirve sólo para condenarnos, y que una vez que Jesús nos dio la cobertura legal y nos “declara justos”, ya no necesitamos de la ley.
Pero en realidad, el Espíritu Santo nos esta indicando que la ley cambia su ubicación y su método de trabajo.
Pasa de lo exterior a lo interior, y nos declara que debemos hacer, cuando una persona ama a Cristo y hay un vinculo de unión por la fe. Como dice Pablo:
“¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley (Rom.3:31).
Todos seremos juzgados por la ley, sea nuestras obras buenas o malas.
Y la “confirmamos” Cristo la puso en nuestro corazón. Porque la ley es una expresión del carácter de Dios.
Dios escribe sus valores en el corazón del hombre, siempre que el hombre este dispuesto a escuchar la voz de Dios.
Y a través de la oración vigilante, tenemos un canal abierto al trono de Dios. El camino hacia el trono de Dios está abierto.
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Es el secreto del poder espiritual. Y en el, Cristo clavo su ley, para que todos por fe y amor entremos en la Tierra Nueva.
MARANATA.
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