Porque por medio de los unos y
los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Efe. 2:18.
Uno de los grandes herrores de
algunos pastores de la iglesia de laodicea es que confunden el monte
Sinaí que está en Egipto con el monte Sinaí de Arabia.
Ambos
pertenece a la misma cordillera, sólo lo separa el mar rojo. En
algunas matutinas que he leído en mi vida, y son muchas; siempre veo
el mismo error cuando narra la historia de Moisés.
La tradición
católica ubica a Moisés en el monte de Santa Catalina o monte de
Moisés. (ver http://judaislacris.blogspot.com
/ Abraham y las dos naciones. En este blog. Muchos piensan que estar
en ese monte se ha cercan más a Dios, es unos de los grandes errores
del ser humano.
Podemos llegarnos a Dios por los méritos de Cristo,
y Dios nos invitara a que le llevemos nuestras pruebas y tentaciones,
pues él las comprende todas.
No hace falta ir a los grandes
monasterio lejanos para estar cerca de Dios, lo tenemos al dado
nuestro.
Mediante la sangre de Cristo podemos llegar al trono de la
gracia para obtener el oportuno socorro. Recuerdo las noches
heladas en el desierto del Sahara, son muy frías y hay que ir
preparado, aun con todo hay que hacer un fuego.
El frio del desierto
es letal pero real, la mejor forma para afrontarlo es haciendo una
cavidad y taparse al lado del fuego. ¿Se ha sentido usted
espiritualmente frio(a), preocupándose de si podría morir de frio
esa noche en su experiencia cristiana?
¿Le ha parecido que la puerta
del frio del pecado le la cerrado la puerta de la gracia? ¡No!
Podemos acercarnos con seguridad, diciendo: “Soy acepto en el
Amado” Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada
por el mismo Espíritu al Padre.
En quien tenemos seguridad y acceso
con confianza por medio de la fe en él”. Muchos cristianos se
enfrían en la fe, dicen: que el Espíritu Santo les ayuda, pero
cuando se da la vuelta se alejan y paran en la cárcel o en otro
sitio peor.
El Espíritu no abandona a nadie, es el hombre quien lo
abandona. Todos nosotros tenemos que aprender lecciones de lo alto.
Nuestra fe en Cristo no debe estribar en que veamos o sintamos que el
oye. Debemos confiar en sus promesas.
Cuando acudimos a él con fe,
toda petición alcanza al corazón de Dios.A su lado nunca tendremos
frio, sino que el calor del Espíritu Santo nos dará el calor que
necesitemos. Y cuando hemos pedido su bendición, debemos creer que
la recibiremos y agradecerle de que la hemos recibido (D.T. p.170).
Por medio del sacrificio de Cristo se ha provisto la entrada al
cielo, y el Espíritu Santo le da el poder para abrir la puerta y
entrar al maravilloso depósito del amor de Cristo. Todos tenemos
derecho por la sangre del cordero a esa gracia gratuita.obtener la
dirección que necesito. Amen. MARANATA
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