lunes, 22 de octubre de 2018

GOZÁNDONOS EN EL SEÑOR.

Y a aquel que es poderoso para guardarnos sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría. Judas 24.
Podemos dividir a dos grupos de la E.S., y le formulamos la siguiente pregunta: ¿Puede uno dejar de pecar? Los “si” y los “no” de dividirán por causa de la extensa variedad de ideas y concepto del tema. 

Para algunos, depende de si uno está hablando de “pecados conscientes”. Para otros, el punto es el carácter forense de la justificación por la fe. 

Para los que luchan diariamente contra el mal interior y exterior, el asunto parece adornado con una tremenda desesperanza. 

Para Pablo,es un tema de regocijo. Pero realmente que “significa dejar de pecar? Si nos concentramos en la conducta, podemos argumentar interminablemente. 

Si ponemos el énfasis en la metáfora legal, podemos esterilizar el armazón espiritualidad vital hasta hacerla inoperante. 

Si nuestra relación con Dios es constante, entonces atendamos lo que Pablo dice. 

La relación es lo más importante, cuanto mayor sea nuestra relación mayor sera nuestro regocijo en Dios. 

Dios nos guarda, es un vivo cuadro del constante cuidado del Señor por sus hijos. Pablo era consciente de este hecho. 

Pregunto: ¿Cuantas veces has visto la manos de Dios en tu vida? ¿De cuantos peligros te a salvado? Todos los hijos de Dios pueden estar horas hablando de este tema por años y nunca acabarían.

Cuantas veces el Espíritu santo te ha hablado a tu mente, y te a dicho, ves a este lugar, o no bayas por esta calle. El que acepta el amparo de Dios puede vivir por encima del pecado (cf. com. 1 Jun. 3:6,9). 

El clímax de la protección de Dios llegará cuando el creyente se presente sin temor en la presencia divina, en el día del juicio (cf. 1º Jun. 2:28). 

Mediante la gracia de Cristo que te da poder, los cristianos viven creyendo confiadamente en el poder de su Dios, 
él cual lo guarda de caer en el pecado, y que finalmente podrá presentarse sin mancha y sin tener de que avergonzarse. 

Está es la gran obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Olvidemos lo que queda atrás, y extendiéndonos a lo que está delante, la Venida de Cristo.
MARANATA.
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