Si en mi corazón hubiese yo
mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Sal. 66:18
Es un axioma de la vida cristiana
cuando pasa un experiencia con Dios. Cuando la oración es aceptable
ante Dios, debe de ir unida a un propósito de abandonar todo pecado
conocido (Prov.28:9;Isa.1:15; 58: 3-5; PP.633).
“Cuando el hombre
siente de corazón que debe de obedecer a Dios, cuando hace esfuerzos
en ese sentido, Jesús acepta esa disposición y ese esfuerzo como el
mejor servicio del hombre, y el Señor completa lo que a el le falta
con sus propios méritos divinos” (SpT 16-6-1890).
Dios escucha
aunque el pecado este acariciando algún vicio, Él es paciente, no
le gusta la actitud de su hijo, pero espera con ansiedad que se
vuelva a él. Dios siempre escucha, no lo dudemos.
El problema esta
en nosotros que no le escuchamos a él. Creo que los hijos de Dios,
que espera la segunda venida debemos hacer un montón de limpieza
dentro de nuestro corazón. Intentarlo antes que Dios condescienda a
rebajarse a través de nuestra baja naturaleza.
¿Es esto lo que
David tenía en mente cuando escribió el verso de hoy? ¿O David
está llamando la atención a aquellos entre nosotros que estarían
inclinando meramente a “usar” la oración? ¿O, más exactamente,
a “usar” a Dios por medio de la oración?
Como esa persona que
fuma mucho y le pide a Dios que le de buena salud. O aquel que pasa
tres horas ante la TV y dedica al estudio de la palabra tres minutos,
y ora con profundo fervor pidiendo ricas bendiciones espirituales.
Eso es incoherente, cinismo, y poca ética por parte del cristiano.Si
Dios pasara los limites de la realidad y concediese todas esas
peticiones, “sirviendo” arbitrariamente con abundancia de gracia,
estas personas confundirían plenamente a las personas sinceras que
quieren conocer a Jesús, distorsionarían la verdad del amor y la
misericordia de Jesús.
Creo sinceramente que todo cristiano debe de
admitir una realidad acerca de nuestro Dios: El está totalmente
identificado con la realidad.
Por mucho que quiere que nos
comuniquemos a través de la oración con El, sabe nuestras
necesidades, y que nuestra lista no es la lista que El quiere para
nosotros.
Es por eso que terminamos la oración: hágase tu voluntad
y no la mía.
En todo este proceso de la oración, esta a nuestro lado el Espíritu Santo, para transformar nuestras palabra conforme a la voluntad de Dios, ya que nosotros hombres y mujeres imperfecto no sabemos expresarnos ante nuestro Hacedor.
En todo este proceso de la oración, esta a nuestro lado el Espíritu Santo, para transformar nuestras palabra conforme a la voluntad de Dios, ya que nosotros hombres y mujeres imperfecto no sabemos expresarnos ante nuestro Hacedor.
Mucho más importante que
las dádivas que nos dé, es la sabiduría que El desea darnos para
nuestra edificación. El esta siempre atento a nuestras necesidades,
y quiere lo mejor para sus hijos, hasta que Cristo venga.
MARANATA.
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