viernes, 12 de octubre de 2018

LA MISERICORDIA DE DIOS.


Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Sal. 66:18
Es un axioma de la vida cristiana cuando pasa un experiencia con Dios. Cuando la oración es aceptable ante Dios, debe de ir unida a un propósito de abandonar todo pecado conocido (Prov.28:9;Isa.1:15; 58: 3-5; PP.633).

“Cuando el hombre siente de corazón que debe de obedecer a Dios, cuando hace esfuerzos en ese sentido, Jesús acepta esa disposición y ese esfuerzo como el mejor servicio del hombre, y el Señor completa lo que a el le falta con sus propios méritos divinos” (SpT 16-6-1890). 

Dios escucha aunque el pecado este acariciando algún vicio, Él es paciente, no le gusta la actitud de su hijo, pero espera con ansiedad que se vuelva a él. Dios siempre escucha, no lo dudemos. 

El problema esta en nosotros que no le escuchamos a él. Creo que los hijos de Dios, que espera la segunda venida debemos hacer un montón de limpieza dentro de nuestro corazón. Intentarlo antes que Dios condescienda a rebajarse a través de nuestra baja naturaleza. 
¿Es esto lo que David tenía en mente cuando escribió el verso de hoy? ¿O David está llamando la atención a aquellos entre nosotros que estarían inclinando meramente a “usar” la oración? ¿O, más exactamente, a “usar” a Dios por medio de la oración? 

Como esa persona que fuma mucho y le pide a Dios que le de buena salud. O aquel que pasa tres horas ante la TV y dedica al estudio de la palabra tres minutos, y ora con profundo fervor pidiendo ricas bendiciones espirituales. 

Eso es incoherente, cinismo, y poca ética por parte del cristiano.Si Dios pasara los limites de la realidad y concediese todas esas peticiones, “sirviendo” arbitrariamente con abundancia de gracia, estas personas confundirían plenamente a las personas sinceras que quieren conocer a Jesús, distorsionarían la verdad del amor y la misericordia de Jesús. 

Creo sinceramente que todo cristiano debe de admitir una realidad acerca de nuestro Dios: El está totalmente identificado con la realidad. 

Por mucho que quiere que nos comuniquemos a través de la oración con El, sabe nuestras necesidades, y que nuestra lista no es la lista que El quiere para nosotros. 

Es por eso que terminamos la oración: hágase tu voluntad y no la mía. 

En todo este proceso de la oración, esta a nuestro lado el Espíritu Santo, para transformar nuestras palabra conforme a la voluntad de Dios, ya que nosotros hombres y mujeres imperfecto no sabemos expresarnos ante nuestro Hacedor. 

Mucho más importante que las dádivas que nos dé, es la sabiduría que El desea darnos para nuestra edificación. El esta siempre atento a nuestras necesidades, y quiere lo mejor para sus hijos, hasta que Cristo venga.
MARANATA.
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