Los creyentes de de las
diferentes iglesias, surgen en sus vidas la esperanza del regreso de
Jesús en su tiempo. Esta idea siguió a través de la edad Media,
donde la persecución era impuesta por el Papado a los que mataban
sin misericordia.
La esperanza es lo último que se pierde en esta vida. Si pierdes esto, has perdido todo el sentido de tu fe en Cristo.
Desde la década de los 80 hasta los noventa, muchos jóvenes perdieron la visión de un Dios perdonador, y perdieron la esperanza.
Esto los llevo a las drogas y muchos de ellos al suicidio. Pablo nos da un toque de atención. El se ve implicado a orar para que la fe de los romanos no fallen y que la obra del Espíritu Santo pueda darles una vida llena de paz y esperanza.
Donde se encuentre esos frutos del Espíritu, habrá armonía entre los creyentes.
Si bien los judíos y los gentiles, fuertes y débiles, todos vivirán juntos en gozo y paz en la común esperanza de compartir la gloria de Dios.
El Espíritu Santo derrama esperanza en las vidas de aquellos que confían en la gracia de Dios, para hacer su voluntad en un mundo cambiante.
Cuando tenemos a un familiar que se encuentra a las puertas del descanso, les hablamos de la esperanza y que pronto nos veremos. Cuando la fe se funda en la esperanza de la vida eterna, el tiempo no es nada comparado con la inmensa gloria.
Cuando nuestra esperanza y nuestra fe va creciendo en el Señor, la obra del bautismo del Espíritu Santo se ve en la vida del creyente. Miles de jóvenes se pierden en nuestras iglesias por que no ven en sus hermanos esa renovación del Espíritu de Dios.
A menudo las iglesias se han destacado por programas antes que fomentar la edificación personal. Han exaltado las reglas y normas en vez del dialogo y el amor, y la aceptación del perdón.
Creo firmemente. “Que la esperanza no es meramente un anhelo de tener lo que nos está faltando, creo sinceramente que es mas bien un deseo que no hemos experimentado lo suficientemente en nuestras vidas”.
“Hablamos poco del Espíritu Santo, predicamos poco de sus efecto en nosotros”
Pablo insta a sus oyentes que deben gozarse en el Espíritu Santo, para que otros vean lo que ha hecho en nosotros por la renovación del Espíritu Santo.
Lo que hemos recibido mediante la vida y la muerte de Cristo podemos experimentarlo plenamente, en una verdadera esperanza llena de gozo y paz, por el poder del Espíritu Santo.
“Yo el primero, vosotros, y todos aquellos que quieran experimentar el gozo del Espíritu Santo; oremos por ello para que se haga una realidad en nuestras vidas.
La esperanza es lo último que se pierde en esta vida. Si pierdes esto, has perdido todo el sentido de tu fe en Cristo.
Desde la década de los 80 hasta los noventa, muchos jóvenes perdieron la visión de un Dios perdonador, y perdieron la esperanza.
Esto los llevo a las drogas y muchos de ellos al suicidio. Pablo nos da un toque de atención. El se ve implicado a orar para que la fe de los romanos no fallen y que la obra del Espíritu Santo pueda darles una vida llena de paz y esperanza.
Donde se encuentre esos frutos del Espíritu, habrá armonía entre los creyentes.
Si bien los judíos y los gentiles, fuertes y débiles, todos vivirán juntos en gozo y paz en la común esperanza de compartir la gloria de Dios.
El Espíritu Santo derrama esperanza en las vidas de aquellos que confían en la gracia de Dios, para hacer su voluntad en un mundo cambiante.
Cuando tenemos a un familiar que se encuentra a las puertas del descanso, les hablamos de la esperanza y que pronto nos veremos. Cuando la fe se funda en la esperanza de la vida eterna, el tiempo no es nada comparado con la inmensa gloria.
Cuando nuestra esperanza y nuestra fe va creciendo en el Señor, la obra del bautismo del Espíritu Santo se ve en la vida del creyente. Miles de jóvenes se pierden en nuestras iglesias por que no ven en sus hermanos esa renovación del Espíritu de Dios.
A menudo las iglesias se han destacado por programas antes que fomentar la edificación personal. Han exaltado las reglas y normas en vez del dialogo y el amor, y la aceptación del perdón.
Creo firmemente. “Que la esperanza no es meramente un anhelo de tener lo que nos está faltando, creo sinceramente que es mas bien un deseo que no hemos experimentado lo suficientemente en nuestras vidas”.
“Hablamos poco del Espíritu Santo, predicamos poco de sus efecto en nosotros”
Pablo insta a sus oyentes que deben gozarse en el Espíritu Santo, para que otros vean lo que ha hecho en nosotros por la renovación del Espíritu Santo.
Lo que hemos recibido mediante la vida y la muerte de Cristo podemos experimentarlo plenamente, en una verdadera esperanza llena de gozo y paz, por el poder del Espíritu Santo.
“Yo el primero, vosotros, y todos aquellos que quieran experimentar el gozo del Espíritu Santo; oremos por ello para que se haga una realidad en nuestras vidas.
MARANATA.
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