Otro ángel le
siguió diciendo: Ha caído, caído Babilonia, la gran ciudad,
porque ha hecho beber a toda las naciones del vino del furor de su
fornicación. Apoc. 14: 8.
Se afirmó que era
“especial para millonarios”. Ese hermoso barco de once pisos de
alto y cuatro cuadras de largo surcaba las aguas impulsado por
motores gigantesco. Se había agotado los adjetivos para describir
su lujo. El día 10 de Abril de 1912 salió de Southampton,
Inglaterra, en viaje inaugural con rumbo a Nueva York.
Menos de cinco días
después, debido a que un enorme témpano le abrió un boquete de
cien metros de largo, yacía a cuatro mil metros de profundidad en la
heladas aguas del Atlántico.
Para muchos el
Titanic era más que un barco: Era un símbolo del genio y el poderío
del hombre. Su extraordinaria majestuosidad encendida la
imaginación. La fe en este barco era tan grande que sus
constructores pretendían que era inhundible.
Cuando el barco
insumergible naufrago, el asombro mundo perdió de nuevo su confianza
en la capacidad del hombre para lograr lo permanente, lo
inderrotable. Es interesante notar que en las Escrituras Dios ha
tratado de mostrar al hombre que las cosas eternas están únicamente
en sus manos.
El mensaje del
segundo ángel nos habla de la futilidad del orgullo, la vanagloria y
la realización de los hombre. ¿Por qué nos habla Juan de
“Babilonia”? La raíz de esta palabra se remonta a la antigua
torre de Babel constituida por ateos e incrédulos después del
diluvio.
Esta torre era el
Titanic del Antiguo Testamento y por ende del nuevo. Algunos piensan
que se construyó para huir en caso de otro diluvio; pero no es así.
Cuando leemos Génesis 11:4 descubrimos el verdadero motivo:
“Hagámonos un nombre”.
La caída de las
naciones u organizaciones religiosas es el resultado de la caída
combinada de los individuos que las compone, y que han trasgredido la
ley de Dios. Pero aunque Babilonia ha caído, debemos agradecer a
Dios la promesa implícita en Apocalipsis 18:14, “Y oí otra voz
del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
participante de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.
Esta
invitación va dirigida a todos aquellos que no guardan la ley de
Dios, Expuesta en Exodo 20, y Deut.5.
Que sea dicho de paso, la ley que fue clavada en la cruz, fue la ley ceremonial, y no la ley de Dios. Aferremosnos a esa promesa, y huyamos de Babilonia.
Que sea dicho de paso, la ley que fue clavada en la cruz, fue la ley ceremonial, y no la ley de Dios. Aferremosnos a esa promesa, y huyamos de Babilonia.
Maranata
Les
agradezco que sigan orando por mi vista.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
http://
segunda venida apocalíptica
No hay comentarios:
Publicar un comentario