miércoles, 8 de marzo de 2023

EN QUIEN CONFIAMOS.

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas. Prov. 11:28.

Carlos  y Gloria  formaban un matrimonio feliz hasta que Adela conoció el evangelio y se encontró con principios de vida que ignoraba. 

Carlos  creía que Gloria  era demasiado ingenua para creer en las "historias" antiguas de la Biblia.

Juntos habían construido una gran fortuna. Pero Gloria reconocía que no hubieran conseguido todo ese dinero, 

si no hubieran entrado en el terreno de la deshonestidad y la mentira, si no hubieran abusado de la Buena fe de las personas. ¿Quien no miente en un negocio hoy día?

Cosas que no estaba dispuesta a continuar practicando, ahora que conocía los principios y normas morales que la Biblia enseña.

Entonces comenzaron las discusiones y las desavenencias. Ambos vivían en la misma casa y eran propietarios de la misma empresa, pero tenían conceptos completamente diferentes de ver los negocios. Uno lo veía para enriquecerse, el otro como subsistencia.

La situación llegó a tornarse insostenible y, como consecuencia natural, se produjo el divorcio.

Gloria quedó insegura con la separación. Tenían dos hijos pequeños y aunque hizo todo para salvar el matrimonio, llegó a la conclusión de que si quería ser leal a su conciencia y a Dios, tendría que aceptar aquella solución inevitable.

Augusto aprovechó la fragilidad de su esposa y los principios que ahora sorteaba  la vida de ella, y se apoderó de la empresa dejándola prácticamente en la miseria. 

El único Dios que el reconocía era el dinero, y lo tenía en abundancia. 

En su corazón no había lugar para la generosidad, ni para la comprensión. 

Decía que la esposa estaba viviendo la vida que había escogido.


El tiempo pasó. Cinco años. Al comienzo, Gloria parecía como la  hierba seca y sin vida. Parecía. 

La realidad era otra, porque creía en las promesas divinas y estas decían que ella “reverdecerá”. 

Y así fue. Comenzó otra empresa en el fondo de su casa, con la ayuda de algunos vecinos, y hoy posee una floreciente empresa de alimentos precocinados.

Carlos quebró, víctima de sus ambiciones desmedidas. ¿No crees que vale la pena pensar en la experiencia de Carlos y de Gloria? Sí, porque “el que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas verdes”.

MARANATA.

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