¿Cuáles son las esperanzas que debe arrastrar la juventud al salir al mundo para hacer frente a sus tentaciones y pecar: La pasión por ganar dinero, por las diversiones y satisfacer los sentidos; el afán por el lujo, la moda, la ostentación, la extravagancia, el exceso, el fraude, el robo y finalmente la ruina?
El espiritismo en todas sus formas asegura que los hombres son semidioses no caídos; que "cada mente se juzgará a sí misma"; que el "verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley"; que "todos los pecados cometidos son inocentes"; porque "todo lo que existe es correcto", y que "Dios no condena"
Así declaran a todos los hombres: "Nada importa lo que hagáis; vivid como os plazca; el cielo es vuestro hogar". Multitudes llegan así a creer que el deseo constituye la ley suprema, que la licencia es libertad y que el hombre es responsable solamente ante sí mismo.
Si se proporciona semejante enseñanza al comienzo mismo de la vida, cuando el impulso es fortísimo y urgentísima la necesidad de dominio propio y pureza, ¿dónde quedan las salvaguardias de la virtud?. . .
Al mismo tiem
po la anarquía trata de hacer desaparecer toda ley, no sólo divina sino humana. La centralización de la riqueza y el poder, las vastas combinaciones hechas para el enriquecimiento de unos pocos a expensas de la mayoría; la unión delas clases más pobres para organizar la defensa de sus intereses y derechos; el espíritu de iniquidad, desordenes y derramamiento de sangre; la propagación mundial de las mismas enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que convulsionó a Francia.Estas son las influencias que tienen que afrontar lo jóvenes de hoy d
ía. Para permanecer firmes en medio de tales trastornos es necesario que echen ahora los cimientos del carácter.En toda generación y en todos los países, el verdadero cimiento y el modelo para la edificación del carácter han sido los mismos. La ley divina: "Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón. . . y. . . amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mat.22:37-39), el gran principio manifestado en el carácter y en la vida de nuestro Salvador, es el único cimiento y la única guía segura.
G,W.

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