jueves, 26 de mayo de 2011

BAJANDO LAS NORMAS DE LA MORALIDAD.

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a Santos. Efe.5:3.

Existe hoy una alarmante trivialidad en la conversaciones que muestra un bajo estado de pensamientos y de moralidad. La verdadera dignidad del
carácter es muy
baja y rara. La verdadera modestia y reserva se ven raramente. Hay pocos que son puros y no están contaminados. . .(Foto. Las Vegas un sitio de corrupción).

Los pensamientos contaminados albergados llegan a ser hábitos y el alma queda desfigurada y contaminada. Una vez cometida una mala acción, queda una mancha que no la puede quitar sino la sangre de Cristo; y si el hábito no es rechazado con firme determinación, el alma se corrompe y las corrientes que fluyen de esta fuente corrompida contaminarán a otros. (foto.Cristo nos rescata).

Hay hombres y mujeres que invitan a la tentación; se ponen en situación en las cuales serán tentados donde no podrán evitarlo al colocarse en compañías objetables. La mejor manera de estar salvo del pecado es actuar con la debida consideración en todo tiempo y bajo todas las circunstancias; nunca actuar impulsivamente. Actúa con el temor de Dios siempre delante de ti y estarás seguro de actuar correctamente. . .

Los peligros morales a los cuales, viejos y jóvenes, están expuestos, aumentar cada día. El desorde
n moral, que nosotros llamamos depravación, halla amplio campo propicio, y se ejerce una vil influencia sensual, diabólica, por hombres, mujeres y jóvenes que dicen ser cristianos. . .

Los que han aprendido la verdad y no tienen obras correspondientes a su profesión de fe, están sujetos a las tentaciones de Satanás. Harán frente al peligro a cada paso que
den. Son puestos en contacto con el mal, ven escenas, oyen sonidos que despiertan sus pasiones incontroladas; están sujetos a influencias que los llevan a elegir el mal antes que el bien, porque no son puros de corazón. . . (foto.nuestra dependencia debe ser Cristo).

Todos debemo
s aprender las lecciones de qué poder hay en un buen carácter. No hay una preparación que necesitemos tanto ahora, como la preparación de jóvenes y señoritas para que tengan rectitud moral y para que limpie sus almas. . . de cada mancha de contaminación moral.

G. W.

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