lunes, 12 de abril de 2010

ODIA EL MAL

Los que amáis a Jehová, aborreced el mak él guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra. Sal. 97:10.

Mucha gente, al leer este texto, piensa que es una orden arbitraria de un Dios intransigente. La orden es “aborreced el mal”. Lo peor todavía, es que viene acompañada de un aparente chantaje emocional: “Los que amáis”. Los que ven este texto desde este prisma, se olvidan de leer las dos promesas que el texto presenta: “él guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra”. Ningún consejo divino es arbitrario. Sus órdenes muestran el camino de la felicidad.

¿De qué manera el “amar a Dios y apartarse del mal” guarda el alma de una persona? El mundo inconsciente es misterioso. Hay ocasiones cuando el hombre consciente es poseído por el miedo, no consigue administrar una situación dolorosa, y se escode; pero el inconsciente no tiene a dónde huir. El encara las situaciones más dolorosas y reacciona muchas veces a través de males físicos y emocionales. Por tanto, una persona que dice amar a Dios y no se aparta del mal, tarde o temprano, va a ver en su cuerpo o en sus emociones, las heridas que su vida incoherente le produce.

Cuando Dios aconseja a los que dicen andar en sus caminos, que detesten el mal, no está, simplemente, dando una orden arbitraria, sino que está preocupado por la felicidad de ellos.

La promesa es “guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra”. ¿A qué impíos se refiere? En el evangelio de San Mateo está registrada la parábola del deudor que fue perdonado, pero que luego él, a su vez, no quiso perdonar. La condenación para él fue: “Entonces el señor, enojado, le entregó a los verdugos”.* Aquel siervo malo fue entregado a sus verdugos porque no había coherencia en su vida. En el texto de hoy, Dios promete a los coherentes librarlos de la mano de sus enemigos, verdugos o fantasmas interiores que perturban el alma de aquel que dice amar a Dios y no se aparta del mal.

Hoy es un nuevo día. Gracias a Dios que cada amanecer trae una nueva oportunidad. Haz de este día, con la ayuda de Dios, un día de coherencia y de victoria. Toma en serio el consejo divino para una vida feliz: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal; él guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra”.
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*Mat 18:34.

Pr. Alejandro Bullón

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