AMOR POR EL TRABAJO DE DIOS.

“Acordándonos sin cesar delante de Dios y Padre nuestro de las obras de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro señor Jesucristo.” 1º tes.1:3.

El cristiano debe de apresurar la obra de Dios en el campo misionero hasta ver su segunda venida. 

Lo que cuenta es la voluntad en servir a Dios, hasta su venida en gloria. Hombre de fe, se enfrentaron a grandes retos a costo de su propia vida. “Nadie vacile” ni “dude del Señor”. 

Hombre de fe sencilla como Lutero, se enfrento solo a la dieta de Worms, el no lo podía ver, pero ángeles estaba junto a él. 

Nadie de los hijos de Dios será perturbado cuando lleva el evangelio a las almas perdidas. 

Las tribulaciones de esta vida son como el tamo de la era, pues a nuestro lado esta aquel que venció en la cruz. 

Pablo sabía como era la persecución, el había experimentado esas circunstancia en su vida. Sus hermanos en el futuro, pasarían las difíciles circunstancias en que tendrían que vivir su fe los nuevos conversos. 

Tenemos dos libros en los cuales deberíamos estudiar, con diligencia. El NT, Y el A.T, el Señor espera que hayamos aprendido las lecciones del pasado. Dios conoce nuestras debilidades, él sabe lo que hay en nuestro ser. 

Y quiere todo lo mejor para sus hijos. Vivimos en un inmenso lago tranquilo, pero no os fiéis, pues el viento se puede levantar y formar olas gigantescas. 

El hecho de saber que Dios conoce la persecución que están sufriendo su pueblo y ésta tiene una parte ya asignada en el plan de la redención, Cristo fortalece a su pueblo de todo clima de adversidades. 

La lealtad a Dios es la base de que pronto su pueblo este en los lugares celestiales. ¡Oh Señor! ¡sé mi ayuda! ¡Dios fiel, Dios inmutable! 

¡No confío en ningún hombre, pues sería en vano! Por cuanto todo lo que procede del hombre fallece. . . ¡Oh Señor! Me elegiste para esta empresa . . . 

Permanece a mi lado en el nombre de tu Hijo muy amado, Jesucristo, el cual es mi defensa, mi escudo y mi fortaleza”. 

Esta sencilla oración hizo temblar al el Emperador Carlos V y derribo los cimentos del papado. 

Los hijos de Dios, los fieles súbditos aran lo mismo cuando llegue el tiempo, y el tiempo a llegado de proclamar el Evangelio Eterno. 

La veracidad del mensaje apostólico debe de haber confirmado a los que la reciben, y dar gloria a Dios por ello. 

Tú y yo somos instrumentos en sus manos, procuremos no defraudar a nuestro Dios. 

Cristo esta más cerca de lo que nosotros pensamos. “Amen” ¡ven Señor Jesús!

MARANATA.

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