Cristo mira hacia el futuro a contemplar dos actos que serán un símbolo para la eternidad. Delante del arca pasaban los ricos comerciantes, los nobles delante del arca para depositar su ofrenda.
Cristo fijó sus ojos en una pobre viuda, que avanzaba lentamente, llena de gozo para depositar su ofrenda a su Dios. Es todo lo que tenía, seguramente no podría comer ese día, ya su sustento se lo echaba a Dios.
¿Creéis que Dios la dejo sin comer ese día? ¡No! Yo creo que no, Dios que es el creador de todo, vio la acción de amor por su Dios y fue recompensada grandemente.
Existe la avaricia y esto si es un pecado particularmente perjudicial para la caridad cristiana. Yo creo que este es un pecado exclusivo de la gente rica.
Aunque creo sinceramente que un pobre puede parecer de este mal espiritual. Pero ambos, ricos y pobres, pueden llegar aser hombres miserables.
Cristo quería destacar el espíritu de esta viuda en nítido contraste con la actitud de los fariseos para con las viudas.
La pobreza de esa viuda puede haberse debida, en parte, a la avaricia de algunos de los escribas y fariseos de esta ocasión (ver Mat. 23:14).
La pregunta cae por su peso: ¿Tenemos hoy en nuestro siglo fariseos que hace lo mismo, que explotan a sus hermanos?
Bajo mi perspectiva un “rotundo si” Primero por que lo vivido, en primera persona, porque lo e visto hacer con otros de mis hermanos.
Así que el trigo no está limpio del todo. Cristo dijo que ellos “devoran las casas de las viudas” (Marc.12:40).
Pero vemos el amor de una mujer por su Dios, con un corazón rebosante de amor por su Dios, “hecho todo lo que tenía, todo su sustento” (ver. 44).
Muchos de los hijos de Dios, son como los ricos, y inclusivamente los pobres también pueden llegar aser como los ricos.
Todos los hijos de Dios deberíamos se como la viuda, primero Dios y después nosotros, ese es el amor del verdadero hijo de Dios.
¡No sólo en el campo monetario! Sino en el conjunto de la vida cristiana. Dios debe de ser el primer lugar en nuestra vida, La viuda así lo demostró. Foto de JW. ORG
Cuando somos llamados a participar en la obra de Dios, no hay diferencia, entre ricos y pobres.
La viuda dió sólo dos blancas, pero ello causó gran gozo en el corazón de Jesús, porque había dado todo lo que ella tenía.
No nos cansemos de dar con alegría, pues una moneda puede hacer un montón, y transformarse en una gran bendición.
Las ricas bendiciones que un cristiano pueda recibir, es estar con su Señor en la patria celestial.
MARANATA.
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