¡Duro de
cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo. Como vuestros padres, así también
vosotros. Hechos 7:51
A través de la historia del
hombre, los hijos siempre han
echado la culpa a los padres. A
veces esa culpa es válida, pero por otra parte, dicha actitud puede
ser meramente una escusa de nuestras incompetencia actuales.
Esteban reconoció la dureza del
corazón de los fariseos y saduceos, que era un reflejo de sus padres
cuando tentaron a Dios en el desierto. Esteba reconoció este
problema en los dirigentes de Israel, al rechazar las advertencias
del Espíritu Santo.
Los dirigentes eran duro de
corazón. Las emociones y el poco sentido de la lealtad a Jehová,
les llevaron a ser duros de corazón.
La ira creciente del sanedrín
y el resentimiento causado por las palabras de Esteban (Mat. 26:65.)
Hoy en este siglo lleno de
incredulidad y arrogancia por parte de las autoridades civiles y
eclesiásticas, hay pocos Esteban que denuncie lo que ha de acontecer
en el mundo.
Se necesitan a hombres y mujeres
que digan la verdad de lo que va acontecer en el mundo, según Apoc.
12, 13, 16, 17 y Daniel 7.
Esteban sabía que su fin estaba cercano,
tenían que advertir a sus dirigentes ya que veían en ellos una
indiferencia tal, que sus corazones estaban negros como el carbón.
Eran “duros de cerviz”, y
eran incircunciso de corazón. (Lev.26:41). Cuantos milagros ha hecho
Dios en nuestras vidas, muchas de ellas las podíamos relatar de
memoria. Y a pesar de todo, somos como los fariseos y los escribas,
nos ofendemos por cualquier cosa, y no nos miramos a nosotros
mismos.
Este es un resumen de nuestra
vidas, nos ofendemos rápidamente, pero no miramos las ofensas que
hacemos a los de más. Los israelitas habían rechazado o resistido
al Espíritu Santo.
Por nuestra mente pueden pasar
ideas como: ¿nosotros no somos como los Israelitas? ¿Tenemos más
luz que ellos, en cuanto a la palabra de Dios?
Lo cierto que el pueblo de Dios
tiene más luz que muchas religiones de este mundo. Yo me pregunto:
El amor del primer amor ha caído
en un egotismo egoísta. El amor de Cristo en el corazón se expresa
en aciones.
Si el amor de Cristo es apagado,
el amor por aquellos por quienes Cristo ha muerto se degenera.
Quizá haya una apariencia
admirable en favor del celo y las ceremonias; pero esa es la
sustancia de su autopomposa religión.
Cristo los presenta como que le producen náuseas (Apoc. 3:17 -18; MS 61,1898).No rechacemos al Espíritu Santo. Necesitamos un verdadero reavivamiento y una reforma en nuestras vidas.
MARANATA.
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