El pueblo de Dios por naturaleza
siempre ha sido rebelde a Dios, queriendo hacer siempre su voluntad.
Los hijos de Israel estaba siempre murmurando, nunca estaban conformes con nada. En esta vez les faltaba el agua.
Los hijos de Israel estaba siempre murmurando, nunca estaban conformes con nada. En esta vez les faltaba el agua.
No se
conformaban con lo que habían visto atravesando el desierto. Eran de
dura cerviz. La congregación se reunió con forme a los designios de
Dios (ver.8) Dios usa el mismo lenguaje que había usado contra su
padre. Eran rebelde por naturaleza (cap. 17:10).
Pero en caso de
Moisés era más grave, reflejaba ira personal más bien que celo
para Dios, y allí estribo su pecado. Moisés había sido instruido
por Dios: “Habla a la peña. . . y ella dará su agua” (ver. 8).
En lugar de eso, con voz llena de enojo e impaciencia, Moisés gritó:
“oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta
peña?” El Espíritu Santo no estaba con el en ese momento. Dios no
le mando que golpeara la roca dos veces. Sino que le hablase a la
roca.
Moisés olvido la paciencia que tiene Dios con su pueblo. Desde
la roca de Horeb, Dios les proveyó agua milagrosa para su viaje. La
roca herida representaba a Cristo, “herido de Dios”, Dios sólo murio una sola vez, no dos.
Al golpear con la bara dos veces estaba matando a cristo dos veces. Cristo es done
fluye la corriente de la salvación para una raza perdida. Salieron
muchas agua, y bebió la congregación, y sus bestias.
Esta es la
solemne advertencia, tanto para Moisés como para nosotros en el
siglo XXI. Por cuanto no creíste en mí, para santificarme delante
de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en
la tierra que le es dado” . (ver.11-12).
Cuan terrible es esta
advertencia para los hijos de Israel. No olvidemos que a sido dada
para nuestro entendimiento, ya que muchos de los problemas salieron
de la gente mista de Israel. Y es una advertencia para nosotros.
Dios
demuestra constantemente su misericordia a través del Espíritu
Santo que nos es concedido, como el agua de Horeb para su pueblo. El
pueblo era muy criticón con Dios, se quejaba de todo, no estaba
conforme con nada.
Hoy esta pasando lo mismo con el pueblo remanente
de Dios. Nos quejamos de todo, no estamos contentos con nada. Pero el
tiempo de gracia se esta agotando, y su pueblo no nos preparamos con
la abundancia del Espíritu Santo, que es como el agua viva del
desierto.
Debemos de estar santificados antes de la venida de
Cristo, oh moriremos en el desierto de las naciones. No apartéis los
ojos de Jesús aunque sea por un momento. Pedir que el Espíritu
Santo controle vuestra mente.
MARANATA.
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