El poeta T.S. Eliot escribió una
vez: “¡Oh, alma mía! Prepárate para la venida del Extraño,
prepárate para aquel que sabe hacer preguntas”.
Debemos de
comprender la historia de Pedro, hasta tal punto que podemos estar
nosotros en su propio lugar. Es una lección para el cristiano.
Pero
muchos lo pasan por alto, o simplemente dicen: “eso no es para mi,
es para el” Jesús va al centro del problema del ser humano, y
esta vez le toco a Pedro. Pedro tenía un problema que era su
arrogancia y orgullo.
El se consideraba el favorito del Maestro. En
este texto hay que diferenciar el amor “Agapáo. En su respuesta a
la pregunta de Jesús, pero pedro usa otro verbo en su respuesta para
“amar”, a saber filéo. Estas dos palabra se diferencia en su
significado.
El “Agapóo” es el amor absoluto, es el amor
supremo, es el amor más excelso. Es un amor rígido por principios y
no por emociones; en cambio: filéo tiene relación con amor
espontáneo, movido por una emoción.
Las primeras pregunta de Jesús
a Pedro se usa el verbo “Agapáo.”, y la respuesta de Pedro es
filéo. Esta es la tercera vez que aparece la palabra fiéo, en la
pregunta de Jesús, y, como en las oraciones anteriores, también
filéo en las respuesta de Pedro.
Jesús le hace dos veces la pregunta a Pedro si lo ama con la
formula más excelsa del amor (agapáo).Y Pedro le contesta a Jesús
con un sentimiento emanado de una amistad común: “Tu sabes que te
amo (filéo)
En la tercera oportunidad, le pregunta si le ama como un
amigo (filéo), lo cual había admitido dos veces. Pedro tenia una
duda implícita en la tercera pregunta. A Pedro le dolió la
pregunta, no porque se le hubiera hecho la misma pregunta tres veces,
porque la tercera vez Jesús cambió su pregunta y puso en duda la
sinceridad de Pedro.
La respuesta de Pedro uso el verbo (“Agapáo.”),
Para pedro había desaparecido toda arrogancia, amaba a su Maestro
más que a nada.
El Espíritu Santo estaba trabajando con Pedro, al igual que lo hace con nosotros.
El Espíritu Santo estaba trabajando con Pedro, al igual que lo hace con nosotros.
¿Pero como amamos nosotros a Jesús?
¿Como contestamos a Jesus a sus pregunta si le amamos? ¿Como le
responderíamos? Es una pregunta para meditar.
Quizá debiéramos a
menudo, cuando estemos de rodillas, expresar a Dios una respuesta
como la que tuvo Pedro.
“Padre, yo sé que estoy ante tu presencia y que tú lees mi corazón, ayúdame por medio de tu Santo Espíritu a amarte de tal modo, que mis actos reflejen mi amor por ti.
Para que
el mi barrio vean que soy tu hija o hijo. Crea en mi un amor limpio y
puro.
MARANATA.
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