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EL PERDÓN DIVINO.
En la ley Moisés nos mandó apedrear a las
tales. Tu pues ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder
acusarle. Empero Jesús, inclinando hacia abajo, escribía en la
tierra con el dedo. Juan 8:5,6
El adulterio se castigaba con la muerte, bien
sea apedreada o ahorcada, según la ley, bien sea la ley dada en el
Sinaí. Según la Mishnah (Sanhedrin
11. 1), cuando era una mujer
comprometida (Deut. 22:23-24-9, la Mishnah (sahedrin
7. 4, 9.).
Pero los escribas y
fariseos querían ir más aya, el pronombre “tú-” resalta como
enfático. Los fariseos querían poner en conflicto entre Jesús y
Moisés. Jesús con su silencio y la escritura les dio una lección
que nunca olvidarían.
Jesús hace un llamamiento a esa parte que
tenemos cada uno en el corazón. La ley dice: el que pecare este
morirá.
Pero no es menos cierto que cuanto creció el pecado
sobrepujó la gracia. El castigo no conduce a nada, el amor y la
misericordia puede cambiar a una persona.
Los fariseos querían no
solo el enfrentamiento sino un castigo vil para los pecadores.
Así
ellos conseguirían que Jesús apoyara la ley y el orden. Jesús
sabía las intenciones de sus corazones. Jesús quería algo más que
sostener la justicia.
El objetivo de Jesús era la transformación
del carácter de esa mujer herida, confundida y asustada en una
persona en ese estado era difícil cambiar y menos caminar entre sus
amigos. Vemos que desde la fundación del mundo nuestro enemigo pide
justicia.
Y Pablo nos da una visión de este conflicto en Rom. 8, ya
que este conflicto terminara con la segunda venida de Cristo. Porque,
mientra Dios defiende a su pueblo, Satanás acusa,y Dios los defiende
(Zac. 3:1-7), en el verso 7, hay una advertencia: “Si anduviereis
por mis caminos, guardaras mis ordenanzas”.
Esto implica un
compromiso del pueblo de Dios con su hacedor. Satanás acusa a Dios
de ser injusto (Apoc.12:10) por no hacer justicia con el pecador: y
no lo destruye.
Dios es un Dios de amor y no quebranta su ley y la
lay está basada en el amor y el perdón. La ley defiende el amor, y
no lo aprisiona.
Así cuando Cristo derramo su sangres sobre la Cruz,
nos mando un mensaje de perdón.
Esta Maria, acongojada por su
situación, derramo su amor por un sólo perdón, Ella estaba
cumpliendo con la ley, estaba ante el atrio y ante el Santísimo,
pidiendo misericordia.
Sin embargo este aspecto de la ley es el
que Satanás y los grandes inquisidores no pueden comprender.
Dios
vino para salvar al hombre, no importa cual grande sea su pecado, Él
vino para salvar no para condenar. Dios es amor, y donde hay amor, no
hay temor.
Maranata.
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