sábado, 24 de marzo de 2018

AYUDA EN LA TORMENTA.


Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Juan 14:16
El cristiano se tiene que preparar para la tormenta del desierto de las naciones. La dependencia debe ser total y incondicional al Espíritu de Dios. 

A través de las meditaciones, hemos hablado de hombres y mujeres que dieron todo por la verdad, hasta sus vidas. Hoy el pueblo de Dios se enfrenta a la batalla más sangrienta de su historia.”El yo” “y la Ley dominical” Por el otro lado esta la mundanalidad, el amor propio y la deslealtad a Dios. 

Es difícil expresar con palabras humanas “Ayudador” “consolador” “Consejero” o “Abogado” Cristo nos dio una promesa que va mas haya del conocimiento humano. Nuestra fe puede descansar segura sobre la evidencia dada por las obras de Cristo. 

El Espíritu Santo le acompañaba en cada momento. Por ende el “ayudador” trabaja diariamente en nosotros como cristianos, para convencernos de pecado y de juicio. 

Él actúa muy especialmente en los grupos pequeños de oración, como lo encontramos en el Nuevo Testamento, y en España donde la Inquisición hacía de las suyas. 

El Espíritu Santo nos trae consuelo, fuerza, consejo, edificación, y admonición. Es necesario que se forme grupos pequeños, para la oración y la meditación. 

Después de una reunión de reavivamiento el Espíritu Santo, actuó sobre una persona que estaba luchando por sus malos abito. 

La oración de justo hace mucho por aquel que sufre. Por la justicia de Cristo nos presentamos ante Dios perdonados y como si nunca hubiéramos pecado. Debemos volver con fe a Jesucristo y mostrar nuestro amor a Dios por medio de la obediencia a sus ordenes )MS.1, 1892). 

El creyente debe dar testimonio de su vida y presentar al mundo su carácter de que Dios ama al instrumento humano que obedece a sus órdenes como el Hijo ama a su Padre. 

La gran obra del espíritu Santo es transformar nuestro carácter, siempre que le dejemos. 

El no coacciona la voluntad del hombre. Cristo dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mi no lleve fruto, lo quitará”. Los que están en Cristo llevaran frutos, bien sea muchos o pocos, pero debemos de llevar frutos para su gloria. 

Si dejamos que el Espíritu Santo obre en nosotros, estoy convencido que la cosecha sera grande en el mundo, y por ende la venida de Nuestro Señor se acelerara .

 La pregunta es muy sencilla: Tú ¿que piensas hacer? Todo aquel que lleve fruto,lo limpiará, para que lleve más frutos.” Los frutos que damos testifica si permanecemos en Cristo. Amen.
Maranata.
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