Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre. Fil. 2:9-11.
La sabiduría y la gloria del
Padre fulguran en su majestad [la de Cristo]. El es sublime y
precioso para todos los que creen en él.
Pero su propia gloria
personal, ¿quién puede describirla? Viene con su naturaleza divina
claramente revelada -él, que fue negado y rechazado por los hombres,
que compareció ante el tribunal de Pilato como un criminal. . .
Cristo es ahora reconocido como Rey de gloria. “¡Bendito el que
vienen en el nombre del Señor!” (Mat. 21:9). La cuestión de su
divinidad ha sido definida para siempre.
¿Donde está los que mantuvieron atado al Salvador ante el tribunal de Pilato, los que lo hirieron en el rostro, los que le azotaron, los que introdujeron los clavos en sus manos y pies?
¿Donde está los que mantuvieron atado al Salvador ante el tribunal de Pilato, los que lo hirieron en el rostro, los que le azotaron, los que introdujeron los clavos en sus manos y pies?
¿Los que se mofaron de él, diciendo “a otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. . . “? ¿Donde está el brazo mezquino que se ha de levantar contra él ahora?
Ha cambiado la escena. Ante el nombre de Jesús se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará que Jesús es el Cristo, Señor del cielo y de la tierra. . .
Los ángeles del cielo se inclinan en santa adoración
ante él.
Sus enemigos discierne el error que han cometido, pero ya no hay tiempo para el arrepentimiento, sus lenguas confiesa su divinidad.
La gloria de la humanidad de Cristo no se dejo ver cuando estuvo en la tierra.
Sus enemigos discierne el error que han cometido, pero ya no hay tiempo para el arrepentimiento, sus lenguas confiesa su divinidad.
La gloria de la humanidad de Cristo no se dejo ver cuando estuvo en la tierra.
Fue considerado un varón de dolores y
experimentado en quebrantamientos. Por así decirlo, es escondido de
él el rostro. Pero él seguía el sendero del plan que Dios había
trazado. La misma humanidad aparece ahora mientras desciende del
cielo revestido de gloria, triunfante, sublime. (Carta 90. 1898).
Maranata
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