
En sus enseñanzas Cristo procuró
impresionar a los hombres con la certeza del juicio venidero y con
su notoriedad.
No es el juicio de unos pocos individuos o siquiera
de una nación, sino de todas las naciones desde que existió el
mundo hasta después de los mil años, de hombre y mujeres nobles y
plebeyos, de seres responsables y inteligentes.
La ley de Dios se revelará en su
majestuosidad; y los que hayan permanecido en desafiante rebelión
contra sus santos preceptos comprenderán que esa ley que no tomaron
en cuenta y menospreciaron y pisotearon en la norma de Dios para el
carácter. . .
En este puntito que es el mundo terrenal, el universo
(no solamente el visible sino el que no vemos) ha de manifestarse el
mayor interés, porque Jesús pagó un precio infinito por el alma de
sus habitantes. . .
Dios dispuso que el Príncipe de los sufriente en
su condición humana fuera el juez del todo el mundo. (tierra). Aquel
que vino de las cortes celestiales para salvar al hombre de la muerte
eterna; . . .

Aquel que
se sometió aquí al sufrimiento y la humillación de la cruz, en el
consejo de Dios tendrá la más plena compensación, y ascenderá al
trono reconocido por todo el universo celestial como el Rey de los
santos. . .
En el día del castigo y la recompensa finales, tanto los
santos como los pecadores reconocerán en Aquel que fue crucificado
al juez de todo los vivientes. (RH. 22-11-1898)
Maranata
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