Vended lo que
poseéis, y dad limosnas; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoros
en los cielos que no se agoten, donde ladrón no llega, ni polilla
destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón. Luc. 12:33,34.
¡Cuantas veces
decimos que no podemos llevar nuestro dinero a la tumba! Pero, porque
ambicionamos en poseer más riquezas, más casa, mas coches etc. Hace
algunos años, cuando hacia el recorrido de ir al centro de la
ciudad, y volvía a mi casa. Encontraba a un vagabundo con un
carrito de la compra y atado al carrito tres perros.
Durante años yo me
preguntaba quien era ese hombre, ya que su comida era buena y cara.
Y un buen día me entere, que ese pobre hombre, andrajoso, era el mejor cirujano del mundo, rico en gran manera.
Este hombre había abandonado toda su riqueza, por que había perdido lo único que tenia en este mundo, su hijo murió en un quirófano.
Y un buen día me entere, que ese pobre hombre, andrajoso, era el mejor cirujano del mundo, rico en gran manera.
Este hombre había abandonado toda su riqueza, por que había perdido lo único que tenia en este mundo, su hijo murió en un quirófano.
Hombre ricos de este
mundo se marcharon a la tumba desnudos tal como vinieron al mundo.
Ahora bien, pensemos, ¿no es mejor que compartamos algo con los que
se están muriendo de hambre? De una cosa estoy seguro: Mis dolares,
mi plata, ni mi oro, no tendrán curso legal en el Cielo. Da más el
que no tiene, que, el que abunda en la riqueza.
Pero Dios nos da una
alternativa. Cambiar nuestro oro, plata, o dinero, por las monedas
del cielo. Ninguno puede servir a dos señores.
Oh sirves a Dios, oh sirves a Mamón. Pero ¿cual es la moneda del Cielo? ¿Buena pregunta para los incrédulos? Solo el hombre puede cambiar su dinero a través de su carácter.
Oh sirves a Dios, oh sirves a Mamón. Pero ¿cual es la moneda del Cielo? ¿Buena pregunta para los incrédulos? Solo el hombre puede cambiar su dinero a través de su carácter.
El carácter es la
moneda de cambio, en esta tierra hay que dejar, el orgullo, la
envidia, las malas aciones, la lujuria, y desear la mujer de tu
prójimo, el robar a los hermanos, así un largo ezetera. Es el
carácter cristiano, manifestado en nuestra propia vida y en las de
aquellos que han recibido nuestro testimonio.
Pablo le pidió a
Timoteo que diera un mensaje a los ricos, pero podemos estar seguros
de que se aplica igualmente a los pobres, o la clase baja media alta.
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia. No e visto ajusto
desamparado, ni a su simiente mendigando pan. Yo no lo e visto en mis
47 años de intentar ser un buen cristiano.
Que hagan bien, que sea
rico en buenas obras, dadivoso, generoso; atesorando para sí buen
fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”.
(1º Tim. 6:17-19)
Maranata
Oren
por la vista de mi esposa, solo ve de un ojo.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
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segunda venida apocalíptica
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