domingo, 21 de diciembre de 2014

UNA ORACIÓN DE HUMILDAD. PARTE PRIMERA


Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre de toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. Efe. 3:14-16.

Esta oración de Pablo es incomparable por su belleza y grandiosidad y humildad. El apóstol comprende la magnificencia de un Dios amoroso y compasivo y declara que dobla sus rodillas ante él. 
Notemos que Pablo estaba en la cárcel, pasando pa peor prueba de su vida, y puso su mirada en las cosas celestiales.
Seguidamente añade que Dios es el Padre de todo lo habitan el cielo y en la tierra. 
Reconoce a una unidad según la cual los seres del cielo y los santos de la tierra son una misma familia.
¡Cuán orgulloso debemos sentirnos cada creyente por pertenecer a esa familia! 

Pablo en su prisión sus pensamientos se aferraba a esa fortaleza a las promesas hechas por Dios, sabía que la única fuente de fortaleza no esta en nosotros mismos, sino “en el hombre interior” por medio del Espíritu Santo.

Nuestra voluntad es elástica, manuable, acuosa, torcida, y deformada, una mente inestable, Pero se afirma cuando esta bajo la influencia del Espíritu Santo. 
 Aunque el hombre exterior haya sido golpeado por los avatares de la vida y se encuentre débil, el hombre interior recibe esa fuerza renovadora
del Espíritu y su fe se afianza.

Pablo sabía esto por propia experiencia. Bajo ese aspecto exterior de sufrimiento y presión, ropas maltrechas, y remendadas, en su interior rebosaba la paz del cielo, pero gozaba y rebosaba de una fortaleza inquebrantable más poderos que el imperio Romano.
 
Sabemos que el Espíritu en el hombre interior afecta no sólo una parte de la vida sino a todo intelecto, deseos, el gusto, la conciencia, la voluntad etc. Para que el cristiano tenga poder Espiritual debe entregar a Cristo y al Espíritu Santo la llave de su mente, su intelecto.

La pregunta es: ¿Amamos lo suficiente a Jesús? Si esto fuera cierto, aprenderíamos más de él, hablaríamos más de su amor, menos fútbol, menos telenovelas, y más predicación. Pablo sentía amor por su Maestro, y Tú y yo sentimos lo mismo.
Creo que los cristiano deberíamos replantearnos cual es nuestra situación interior. “¡Estoy perdido!” Vallamos humildemente a los pies de Jesús y digamos Señor soy pecador “¡Ayúdame!”

Les agradezco que sigan orando por mi vista.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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