Y les daré un
corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el
corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón
de carne, para que ande en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y
los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.
Ezequiel 11:19-20.
Amanecía, el sol
salia sobre las montañas que forman el telón de fondo de la
cordillera pirenaica que divide España y Francia.
Me encontraba en la
cumbre a unos 1.400 m. Contemplaba la belleza y la hermosura de las
montañas. Cuando mis pensamientos me recordaron al capitulo 3 de
Juan que nos habla del nuevo nacimiento.
La nieve era copiosa
y en abundancia, unos de mis compañero dijo: “Sino nacemos otra
vez, no veremos el reino de nuestro Dios” Allí estaba un ivon ante
nuestra vista lleno de agua cristalina, la temperatura era de tres
grados bajo cero.
Todos nos quedamos
en silencio, esperando que algún valiente se zambullera en las
aguas. Un compañero dijo: “Si no nacemos de nuevo no podemos ver
el reino de nuestro Dios, a lo que agrego el siguiente, tenemos que
cambiar nuestro chi, y nuestra manera de pensar, sino hacemos esto no
veremos a nuestro Maestro”.
Pero lo más
sorprendente fue la declaración de uno que no era creyente. Mi vida
a sido muy alocada, vacía, sin esperanza, pero cuando subo a las
cumbre del Aneto veo la grandeza de un Dios que me llama.
Y agrego ¿como puedo ver a ese Dios vuestro, cuando venga? El silencio fue patente, se podía cortar el viento con un cuchillo, no sentíamos el frio, solo había calor en nuestros corazones.
Y agrego ¿como puedo ver a ese Dios vuestro, cuando venga? El silencio fue patente, se podía cortar el viento con un cuchillo, no sentíamos el frio, solo había calor en nuestros corazones.
¡Era posible lo que
habíamos oído! A través de un paisaje, un simple comentario de
un testo bíblico, puede Dios tocar los corazones de los hombre.
Esto me recuerda que
un conocimiento teórico de lo que llamamos “la verdad” no nos
salva, ni nos prepara para el reino de Dios. Cierto es, que el
testimonio personal y ferviente de lo que ha hecho Cristo en nuestra
vida, y que a muerto en el Calvario, tiene que reflejase con
nuestras palabras con nuestros hechos, es una evidencia para los
demás de que Cristo a transformado nuestras vidas, y
experimentaremos una nueva renovación y Santificación y una
justificación por su gracia salvadora.
Pero es necesario
obedecer la ley de Dios, ley que no fue clavada en la cruz, sabemos
que la ley no nos salva, pero los que han nacido de nuevo se
deleitara en obedecer la ley y guardarla.
El ir cada día
asemejándonos a Cristo por medio de la renovación y la experiencia
del nuevo nacimiento sera la mejor bendición que el cristiano pueda
recibir, el amor de Dios se podrá transmitir al hombre. ¿Que puede
ser más hermoso que caminar con Cristo, en una nueva vida?
MARANATA.
Les
agradezco sus oraciones, no estoy muy bien, pero por la gracia de
Dios se que me recuperare de la vista. Sigan orando por mi
recuperación. Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo
sea
con ustedes.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario