Lo que era imposible
para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condeno al
pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliere en
nosotros que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu. Romanos 8:3,4.
Si la ley de Dios
presenta ciertas limitaciones, Se dice que es “débil por la carne”
porque la naturaleza pecaminosa del hombre le ha despojado de su
poder. Pero esa “debilidad” no significa que la ley sea
defectuosa.
El coche es útil
para viajar por la carretera, pero no puede volar. El avión está
para volar pero si tuviera que ir por la carretera le seria
imposible. La ley es algo parecido, no tiene poder para cambiar la
naturaleza humana carnal, y por ende pecaminosa y rebelde. Pablo nos
estas diciendo: Dios ha hecho lo que la ley no podía hacer; ha
condenado al pecado, y por lo tanto es imposible que el cristiano
venza el poder del mal y viva una vida triunfante en Cristo.
El hombre
irregenerado rechaza totalmente la ley de Dios. Hay millones de seres
humanos que violan el cuarto mandamiento, no según la iglesia
I.C.A.R. Y que observan el sexto mandamiento (el domingo). Y deshonra
el Sábado.
La ley es
completamente incapaz de inducir al hombre a amar la ley y a
obedecerla. No puede extirpar la idolatría cultivada y heredada por
la tradición, ni limpia de maldiciones los labios profanos de los
hombres cuando blasfemia el nombre de Dios y hablan conversaciones
profanas. Los ángeles se retiran de tales personas.
La ley señala el
camino recto, pero no puede capacitar al hombre caído y débil para
que camine por él. Como Dios conocía esa debilidad de la ley, envió
a su Hijo para que hiciera tres cosas. Primero: Cristo vino como
hombre sin pecar, para salvar al hombre caído (Juan 3:16), Dios se
sacrifico así mismo en su Hijo (2º Cor. 5:19; cf. DTG. 710).
Segundo: Cristo
murió por la humanidad en el atrio esterior, pago lo que la ley exigua con su
muerte, sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. La
ley es inmutable no se puede abrogar. Cristo exaltó la justicias de
la ley
Cuantos hombre
tratan la ley con ligereza y la desacreditan en lo más mínimo. Lo
que lo hacen no comprenden en absoluto el sacrificio de Cristo. Al
morir el Salvador exalto la justicia de la ley y desenmascaro el
horror del pecado y del pecador que conlleva a la transgresión de la
ley. Cristo murió debido a la inmutabilidad de la ley.
Tercero:
Al asumir nuestra
humanidad Cristo también tuvo el propósito de demostrar a los
hombre y a todo el universo que se puede resistir con éxito al
pecado y a Satanás, y que los seres humanos en esta vida pueden
obedecer la voluntad de Dios. (Hap.423)
La vida y la muerte
de Cristo despiertan en nosotros el anhelo de no andar “conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu”. Mediante la vida perfecta de
Cristo se nos ofrece “la justicia de la ley”, la cual llega a
formar parte de nuestra naturaleza por el poder del Espíritu Santo.
La ley de Dios rige el universo, es la justicia de Dios, y el creyente debe acertar al Autor como su salvador personal que lo libra de la condenación de la ley. Pero Dios no cuaciona la voluntad del HOMBRE.
MARANATA.
Les
agradezco sus oraciones, no estoy muy bien, pero por la gracia de
Dios se que me recuperare de la vista. Sigan orando por mi
recuperación. Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo
sea
con ustedes.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
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segunda venida apocalíptica
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