¿Esta alguno
enfermo entre vosotros, Llame a los ancianos de la iglesia, y oren
por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Sant. 5:14.
Quisiera contarles
una experiencia vivida por una cristiana de fe. Recuerdo que cuando
la leí me hizo pensar. En cierta ciudad de los Estados Unidos, había
una mujer avanzada en años, que tenia leucemia. Conocía a un pastor
por referencias, a los ojos humanos este pastor era muy consagrado.
Así que le escribió una carta para que fuese a su estado y orase
por ella.
El pastor o
reverendo, acepto la invitación, llegóse a su casa, estuvieron
hablando de su larga enfermedad. Llevaba 20 años con ese problema,
El pastor la invito a y orar por este problema. Terminada la oración
la mujer se levanto y le preparo la comida, estaba curada, hacia 20
años que no podía cocinar ni levantarse. Este pastor se atribuyo el
merito de la curación.
El hecho es si mal
no recuerdo, que la mujer oro con tanta fe, que fue curada por su fe,
y no por la oración del pastor. Este hombre no era buen trigo, tenia
una vida doble, y su oración no llega hasta el lugar Santísimo en
el Santuario.
La otra experiencia
La relata un pastor J.R. S. Fue a visitar a un enfermo que iba a ser
intervenido en una operación, en un Hospital Adventista. Estaba
bastante débil y no sentía muy bien, pero cuando esta por irse, se
apoyo sobre su brazo para decirle.
“Un minuto,
pastor, quiero contarle lo que me ocurrió anoche y cuanto me a
ayudado esa enfermera. Anoche sobre las diez, esperaba que me llegase
la paz del sueño, cuando entro una enfermera en el cuarto
silenciosamente, me examinó el vendaje
salio, y a los pocos
minutos vino con la auxiliar.
Miré el rostro de
aquella joven, su aspecto era hermoso sereno, sus ojos radiaban
bondad y su voz era melodiosa.
No sentí ningún dolor cuando me
cambiaron el vendaje, fijando sus ojos
en mi me dijo:
“¿quiere que haga una oración con usted? Mi voz temblaba como un
gorrioncillo al salir de su nido, le dije que si.
Aquella oración
sencilla de Barbara, pero llena de amor y de bondad, llenaron mi
corazón, hizo más por mi de lo que nadie ha hecho jamás.
Sentí
dentro de mi una paz que nunca había sentido. Cuando lo recuerdo me
salta las lagrimas. Personalmente se lo que se siente a experimentar
tanta paz.
Si es la voluntad de mi Dios, dedicare alguna meditaciones
a tales experiencias en mi vida y en las de un compañero y amigo
mio.
Creo firmemente que
esas oraciones fueron hechas con una fe que llego a los atrios del
cielo.
Maranata
Les
agradezco que sigan orando por mi vista.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
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segunda venida apocalíptica
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