LA LLAMADA DE DIOS.

“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo Inspirados por el Espíritu Santo”. 2º Pedro 1:21

Pedro habla en términos generales de la profecía. Cuando resucito Cristo estuvo 40 días con sus discípulos. 

Cuando Cristo fue ascendido hacia el trono de su Padre, los discípulos estuvieron durante 10 días oraron para recibir el Espíritu Santo. ¿Cuanto más nosotros?

Dios a través de este maravilloso don, a mandado a través de los profeta, las indicaciones y consejos a su pueblo. 

Cuando los creyentes recibieron, es como un viento suave que embargo los corazones de sus hijos. 

Es algo que no se puede explicar, pero que se puede sentir en el corazón. 

Todo lo que te envuelve a tu alrededor, lo ves profano, no te llena, tus ideas an cambiado, solo te deleitas en la santidad y en estar a lado de tu Dios. 

El mundo te parece oscuro, deseas de comunicar a otros lo que tu sientes por Cristo y contarle lo que a hecho Él por ti. 

Si los santos hombres sintieron en su ser el cambio en sus vidas, ellos quisieron transmitir a los de más, lo que sintieron y como Dios les ayudo. 

El Espíritu Santo quiere hacer la gran obra en ti y en mi. Pero para que esto sea una realidad en nuestras vidas, tenemos que dejarle entrar en lo más intimo de nuestro corazón. 

Esta gran obra, Él no puede hacerla, amenos que nosotros le dejemos entrar en nuestra vida. El cambio de nuestro carácter lleva tiempo, dolor y lagrimas. 

No se cambia de la noche a la mañana. Muchos sufren, lloran, y pasan dificultades en esta vida. Si miramos a los apóstoles, todos sufrieron, hambre, frio, tormentos y muerte. 

Pero todo lo soportaron por amor de Cristo. El Señor nos ha dicho: “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salga a la luz, yo os las haré notorias” (Isa. 42:9) 

“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios” (Heb.11:39. 

Por el pode de su palabra, su aliento, su Espíritu, puede hacer que sus hijos sean transformados. 

Pero Dios no podrá hacer nada en contra de nuestra voluntad. La decisión es individual y intransferible. 

Cada hijo de Dios tiene que poner un 10%, es decir, si quiero Señor, quiero ser transformado a tu imagen.

MARANATA.

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