lunes, 26 de julio de 2010

UNA LUCHA EN EL FRENTE

Los labios del justo apacientan a muchos. Prov. 10:21.
A pesar de la iniquidad que prevalecía, había un número de hombres santos, ennoblecidos por la comunión con Dios, que vivían en compañerismo con el cielo. Eran hombres de poderoso intelecto, que habían realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber, desarrollar un carácter justo y enseñar una lección de píedad, no sólo a los hombres de su tiempo, sino también a las generaciones futuras. Sólo algunos de los más destacados se menciona en las escrituras; pero a través de todos los tiempos, Dios tuvo testigos fieles y adoradores sinceros (P. y P. pág.71).

¡Cuán a menudo los que confiaron en la palabra de Dios (La Biblia), aunque eran sí mismos completamente impotentes, han resistido el poder del mundo entero! Enoc, de corazón puro y vida santa,puso su fe en el triunfo de la justicia contra una generación corrupta y mofadora; Noé y su casa resistieron a los hombres de su época, hombres de mucha fuerza física y mental y de la más degradada moralidad; los hijos de Israel, que junto al mar Rojo no eran más que una multitud indefensa y aterrorizada de esclavos resistieron al más poderoso ejercito de la más poderosa nación; David siendo tan solo un pastorcillo que tenía la promesa del trono dada por Dios, resistió a Saul, el monarca reinante, dispuesto a no ceder su poder.

El mismo hecho se destaca en el caso de Sadrac y sus compañeros en el horno de fuego, y Nabucodonosor rey de Babilonia estaba en su trono. Daniel entre los leones, y sus enemigos en loa puestos elevados del reino; Jesús en la cruz, y los sacerdotes y príncipes judíos forzando al gobernador romano para que hiciese su voluntad; Pablo encadenado y llevado a sufrir la muerte bocabajo como si fuera un criminal, y Nerón déswpota de un imperio mundial.

No sólo en la Biblia se encuentra estos ejemplos. Abundan en los anales del progreso humano. Los valdenses y los hugonotes, Wiclef y Hus, Jerónimo y Lutero, Tyndale y Knox, Zinzendorf y Wesley, y multitudes más, han dado testimonio del poder de la Palabra de Dios contra el poder y el proceder humano que apoyan el mal.

Estos constituyen la verdadera nobleza del mundo. Constituyen su realeza. Los jóvenes de hoy día son llamados a ucupar sus lugares (La Educación p´G.248).


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