domingo, 23 de agosto de 2009

¿ DIOS ODIA LAS CASTAS? NO LAS AMA


Mat.15:21-28
porqueno hay diferencia entre judio y griego, pues el mismo que es señor de todo, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel queinvoca el nombre del señor, será salvo. rom.10:12-13.

" He aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Hijo de David, ten misericordia de mí, mi hija es malamente atormentada del demonio". Los habitates de esta región pertenecían a la antigua raza cananea. Eran idólatras, despreciados y odiados por los judíos. A esta clase perteneía la mujer que ahora había venido a Jesús. Era pagana...

Cristo no respondio inmediatamente a la petición de la mujer. Recibió a esta representante de una raza despreciada como la habrían recibido los judíos... La mujer presentaba su caso con instancia y creciente fervor,postrándose a los pies de Cristo y clamando: "Señor socórreme"...
Se entrega en seguida a la divinidad influencia de cristo y tiene fe implicita en su capacidad de concederle el favor pedido.

Ruega que se le den las migajas que caen de la mesa del Maestro. Si puede tener el privilegio de un perro, está dispuesta a ser considerada como tal. No tiene prejuicio nacional ni religioso, ni orgullo alguno que influya en su conducta, y reconoce inmediatamente a Jesús como el Redentor y como capaz de hacer todo lo que ella le pide.

El Salvador está satisfecho. Ha probado su fe en él... Volviéndose hacia ella con una mirada de compasión y amor,dice: "oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres". Desde aquella hora su hija quedo sana. El demonio no la atormentó más...

Con fe, la mujer de Fenicia se lanzó contra la barreras que habían sido acumuladas entre los judíos y los gentiles. (lo mismo que hacen hoy día en el siglo XXI) Lo que esta en paréntesis no es del autor. A pesar del desaliento, sin pretar atención a las apariencias que podrían haberla incluido a dudar, confio en el amor del Salvador.

Así es como Cristo desea que confiemos en él. Las bendiciones de la salvación son para cada alma. Nada, a no ser su propia elección, puede impedir a algún hombre que llegue a tener parte en la promesa hecha en Cristo por el Evangelio.

Las castas son algo aborrecibles para Dios. El desconoce cuantontenga ese carácter. A su vista las almas de todos los hombres tienen igual valor (E. D.G. pag.365-370).

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