Yo le dije: Señor tú lo sabes.
Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación,
y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Apoc. 7:14.
Mientras estaba en visión Juan
vio una compañía vestida con ropas blancas. . . Estaba en el templo
de Dios. Ese era el resultado para todos los que se aferran de los
méritos de Cristo Y lavan sus ropas en su sangre.
Se ha hecho toda
provisión para que podamos sentarnos con Cristo en su trono, pero
las condiciones es de que estemos en armonía con la ley de Dios.
Debemos abandonar toda iniquidad y cumplir con las condiciones;
entonces todo el cielo se abre antes nuestras oraciones.
No podemos
permitirnos perder el cielo. Debemos conversar sobre las cosas
celestiales. Allí no hay muerte ni dolor. ¿Por qué somos tan
remisos para hablar de esas cosas? ¿Por qué nos esparcíamos en
cosas terrenales?. . .
Pronto vendrá Cristo a reinar a los que estén
preparados y a llevarlos a ese glorioso lugar. Así también Cristo
fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y
aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar
a los que le esperan” (Heb. 9:28).
¿Nos agrada pensar en ese
acontecimiento o preferimos ignorarlo? Debeos poner nuestro afectos
en las cosas de arriba. Cuanto más hablemos de Jesús, tanto más
reflexionaremos y reflejaremos en su divina imagen. Mediante la
contemplación somos transformados a su imagen (M. 60. 1886).
Los que
no hallan placer en pensar y hablar de Dios en está vida, no gozarán
de la venida venidera, (y esto es un hecho constatado) donde Dios
estará siempre presente, habitando con su pueblo. Pero los que se
deleitan en pensar en Dios estarán en su elemento, respirando la
atmósfera del cielo. (RH. 13-5-1890).
Allí estará el árbol de la
vida y el trono de Dios, donde fluía un río de agua pura, y en cada
lado del río estaba el árbol de la vida. Nuestros ojos contemplara
el árbol donde en una margen del río habría un tronco del árbol,
y en la otra margen del río estaba otro tronco del árbol, ambos
eran un sólo árbol.
Sus ramas se inclinaban hacia la tierra, y el fruto es espléndido, no se puede describir con palabras. El oro y la plata no son suficiente para describir la hermosura del fruto. Los bosque y sus árboles no serán como los de la tierra.
Todos tendremos un arpa para tocar las dulces melodías. ¿No podemos hablar de estos acontecimientos más a menudo entre los hermanos? “Yo me pregunto: ¿Adonde estamos? Oh ¿adonde esta nuestros pensamientos? Miremos a través de nuestro entendimiento para gozarnos en la gloriosa venida, y hablar más de este acontecimiento.
Maranata.
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