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RELACIONES PUBLICAS, Y LUEGO ACTOS.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo
extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os
ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte.
Colosenses 1: 21-22.
Hay una secuencia vital en este verso, 1, 2, y
3. Pocas veces Pablo habló más claramente acerca de la verdadera
naturaleza del problema del pecado. Notemos como ocurrió:
1/ nos
alejamos de Dios; 2/ éramos enemigos en la muerte; 3/hacíamos malas
obras.
Nunca podríamos cansarnos de repetirlo: el
pecado es una palabra que denota relación. No se puede hablar del
pecado sin hablar de Dios, acerca de la relación de alineación
entre Dios y yo. Habiendo escogido vivir alejado de El, todos mis
valores se distorsionaron.
Al estar lejos del que me ama, llego a
sentirme inseguro y a la defensiva. Y esa inseguridad rápidamente
encuentra su máxima expresión en hostilidad. ¿Que puedo resaltar
sino malas obras? Habiendo sido creado para el compañerismos con
Dios que es amante y personal, la ausencia de esa amistad es
devastadora para el cristiano.
Es justo decir que virtualmente todo
lo que hacemos que sea poco amable, inmoral, inmaduro y de cualquier
otro modo de pecado, lo hacemos en un desesperado intento de llenar
esa horrible vaciedad. Por supuesto, nuestro Dios sabe que eso es
exactamente lo que ocurre.
El sabe que, así como pecado es una
palabra de relación, salvación también lo es. Si hacemos actos
pecaminosos porque estamos separados de El, entonces el primer paso
que El da es recuperarnos para volver a la amistad sanadora con sigo
mismo. El pecado no tiene escusa, nosotros tampoco, esta es la gran
obra del Espíritu Santo, reconciliar al pecador con Dios.
Satanás
también hace su obra, esta interesado en describirnos un cambio
hacia la amistad con Dios. El dice que si hacemos suficientes obras
buenas, Dios nos recompensará con su amistad, sin embargo, ofrece su
amistad, no como una recompensa por nuestros buenos actos, sino por
su definida convicción de que ésta es la única manera en que se
pueden producir buenas obras.
Sólo los que son amados pueden ser
realmente amantes. Necesitamos recordar que no estamos tratando de
reconciliarnos con Dios, sino que Dios nos está reconciliando con
nosotros. En la cruz de Cristo fue el acto de Dios para reconciliar
al mundo, no el acto de Cristo para aplacar a Dios.
Hay muchos
creyentes que interpreta mal esto, nuestras obras no salvan, ni los
grandes sacrificios que haga el hombre. Es el amor del Padre por la
humanidad que dio a su Hijo en la cruz.
Y Dios confía que,
habiéndonos ganado para sí, puede hacer grandes cosas en nosotros,
hasta eliminar la última mancha que ha causado la relación rota
entre Dios y tú. [Les ruego que oren por mi]
Maranata.
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