Así que hermanos, hermanos os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos, en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1
El apóstol ruega a sus hermanos que consagre sus cuerpos a Dios. . . Cuando llevamos una conducta que disminuye nuestro vigor mental y físico -en la comida, la bebida o en cualquier de nuestros hábitos- deshonramos a Dios porque le robamos los servicios que reclama de nosotros.
Cuando complacemos el apetito a expensa de la salud, o complacemos hábitos que disminuyen nuestra vitalidad y vigor mental, no podemos tener una elevada apreciación de la expiación y una estimación correcta de las cosas eternas.
Cuando nuestra mente están nublada y parcialmente paralizada por la enfermedad, somos vencidos fácilmente por las tentaciones de Satanás.

La fuerza constitucional, tanto como el todo de las facultades morales y mentales, son debilitadas por la complacencia del apetito y pasiones pervertidas. . . Todos los tesoros del mundo se hunden en la insignificancia comparados con el valor de las facultades mentales y morales.

¡Cuán importante es, pues, que sepamos cómo conservar la salud para que podamos cumplir con nuestro deber hacia Dios y los hombre según sus mandamientos!
Las leyes de Dios son claras y distintas. Ninguna incertidumbre nubla una de ellas.
Ninguna puede ser malentendida. Los que no pueden discernirlas están obnubilados por malos hábitos que debilitan su intelecto. . .
Si queremos decernir las obligaciones de la ley de Dios proclamada en el Sinaí debemos trabajar en armonía con las leyes naturales.
(Carta 27. 1872).
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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