¡Cuán hermosas son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina! Isa. 52:7.
Viajando a través del noroeste de la India, es interesante notar que todas las aldeas an sido edificadas en la cima de la colina. Se hacia esto para que la gente pudiera ver a cualquier enemigo o amigo que se aproximase a la aldea.
No era muy diferente en el cuadro de Jerusalén que fue conquistada sobre el monte Moria.
Desde ese colina se divisaba toda la región circundante. Desde lo alto, el pueblo podía ver a cualquiera que se estuviese aproximando, si era portador de buenas noticias o malas noticias.
Nótese la belleza de la poesía de la declaración de Isaías. No hay un mensaje que cause más gozo que el anunciar liberación y paz.
Para los judíos que estaban bajo el yugo del extranjero, nada podía proporcionar mayor gozo y regocijo que la seguridad de que la hora de la liberación estaba cerca.
Pablo aplica estas palabras de Isaías a la proclamación del mensaje del tercer ángel (Rom. 10:15).
En primer lugar, la liberación era litera sobre Israel rescatando a la nación del yugo de los Asirios.
La promesa era segura (Isa. 40:1; 44:28- al 45:13), y en segundo lugar , la liberación del pecado impuesta por el rey de este mundo, esta liberación esta presidida por el regreso del Mesías. (cap 41:8; 42:1; y el cap. 53).
A través de los siglos, Dios ha tenido sus mensajeros. Ellos viajaban donde el Espíritu los guiaba, por los senderos, a través de la montañas, llevando el mensaje de paz y salvación. En la edad oscura, el evangelio se propago a través de los Alpes, y los Pirineos, llegando hasta España.
Hombres y mujeres que no tuvieron miedo a la inquisición de Roma, hombres y mujeres que fueron fiel a Dios, como la brújula al polo Norte. Más allá de las montañas de dificultades que tenemos por delante el pueblo de Dios hoy día, debe ser fiel a su promesa hecha a Dios.
Se debe esparcir el mensaje del tercer ángel, a través de los medios que Dios nos ha dado. Atravesemos los montes y valles, como los Valdenses para llevar el mensaje de salvación al mundo, no tengamos miedo a las dificultades pues la promesa esta hay: Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo. Amen. (Mat. 28:19,20)
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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