NADIE QUEDA EXCUSADO

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de Espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Isa. 57:15.
El que habita para siempre en el tercer cielo, el Dios eterno. Creador de todos los mundo, que por el subsisten. Que consolador es saber que el Altísimo cuida de nosotros y condesciende en morar en nuestro corazón. 

Cierto es que nuestro texto nos habla de un reavivamiento, en un servicio, el hecho de ser llenados con el Espíritu de Aquel que habita en lo alto es un privilegio para el ser humano. ¿Como puede uno ocuparse en un reavivamiento a menos que el Espíritu Santo llene tu vida y la mía? 

¿Como puede ser esto? A través del estudio de su Palabra. Y cuando el Espíritu Santo llene la vida ¿cómo puede fallar un reavivamiento? La historia de Hannah y Samuel, misioneros en la India construyeron un hogar para pacientes de tuberculosis. 

Después de curarlos, durante su proceso en el hospital ella le hablaba del amor de Dios,el paciente se iba a su aldea, pero no eran olvidados. Hannah viajaba a la aldea de los pacientes para atenderlos, fisicamente y espiritualmente. Los conflictos étnicos y religiosos era constante, pero su labor trajo muchas almas a Cristo. 

 No satisfecha con una educación limitada, Hannah y Samuel se prepararon en la escuela para servir mejor a Dios. Eran muy respetados en la India. La gente que les conocía sabían que eran unos cristianos sinceros y humildes, que altruistamente servían a Dios y al hombre. 

Era tan grande la confianza del pueblo y de las autoridades de Hannah que el gobierno la designó como juez en su distrito. Dispensaba justicia pensando en lo que Jesús haría en su ligar. ¿Que diferencia de los jueces de hoy día?  

Esta responsabilidad se les ha concedido a jóvenes Adventistas consagrados para llevar la esperanza a un mundo que perece, la orden es hasta el fin de la tierra. Esta responsabilidad ha sido puestas en nuestras manos, cada uno tiene un don, que debe dar cuenta a Dios por ese don. 

Bien sea en tu hogar, en la universidad, en la escuela, o en la misión, tu deber es de testificar por Cristo. La falta de una preparación no es barrera, mujeres que no sabían leer, llevaron muchas almas a los pies de Cristo. El Espíritu de Dios guiará a todos los que salgan en su servicio, ya sea en el hogar o en un país lejano.

Maranata

Luis José de Madariaga.

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