LOS LAZOS DEL MATRIMONIO.

Y dijo Jehová: No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea para él. Gén. 2:18.
He leído a menudo esta frase: “El matrimonio es una lotería” Muchos actúan como si esa información fuera verdad y actúan creyendo dicho mito. 

Cuando vemos que hay tantos divorcios injustificables, solo por el hecho de que sus carácter no han sido santificados. Pero el verdadero matrimonio no es una lotería. El matrimonio fue instituido por Dios en el Edén. 

Despues de la creación de Adán el Señor dijo: “No es bueno que el hombre está solo; le hare ayuda idónea para él” . Cuando el Señor trajo a Eva delante de Adán los ángeles de Dios fueron testigos de la ceremonia. 

Pero hay pocas parejas que están completamente unidas cuando se realiza la ceremonia matrimonial. 

La fórmula que se emplea sobre los dos que pronuncia los votos matrimoniales no hacen de ellos una unidad. 
 
 La fusión de los dos en el matrimonio ha de hacerse durante su vida. 

Sabiendo perdonar las faltas entre ambos y rectificar la actitud de que ofende. Puede ser una unión realmente feliz si cada uno da al otro el verdadero afecto de corazón. 

Pero el tiempo quita el afecto amoroso con el cual la imaginación lo había vestido, y entra en la mente pensamientos de celos y de arrogancia y orgullo, que Satanás se encarga de introducir en la mente de uno de los dos. “No nos amamos el uno al otro como deberíamos” 

Debemos quitarnos de la mente los prejuicios y los celos. No os detengáis sobre eso. Llevo 46 años de casado, se que ha habido roces y indiferencias en el matrimonio, pero doy gracias a Dios, porque antes de ponerse el sol nos pedíamos perdón, nos poníamos a orar y Dios ponía la paz. 

En el Matrimonio hay montañas y valles, y riscos, pero todo se puede solucionar. Lo único que no se soluciona es la muerte. Satanás trabaja y no tiene paro, quiere destruir a los matrimonios, y lo único que altera el matrimonio es el adulterio.

Cuando haya pasado el romance piense cada uno, no de manera sentimental, como podrá él o ella hacer de la vida de casado lo que Dios le agradaría que fuese. 

La vida es un don precioso de Dios y no debe desperdiciarse en quejas egoístas o en una mala y abierta indiferencia y desamor. Que el esposo y la esposa traten juntos todas las indiferencias. 

Renuévese el uno al otro las primeras atenciones, y reconozcan sus faltas el uno al otro. (Basado en carta.76. De 1894).

Maranata

Luis José de Madariaga.

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