martes, 17 de mayo de 2016

¿DURO DE CERVIZ?


¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oído! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. Hechos 7:51.
Esteba había hecho la defensa de su fe y estaba evidentemente convencido de que los testimonios concernientes al mesianismo de Jesús había sedo rechazado por los lideres judíos. 

De hecho siguen en la misma linea que cuando estaba Esteban. 
No había nada que perder. Sabía que ya estaba condenado. Es extraño que aquellos que alegaban que no tenían autoridad para llevar a Cristo a la muerte, ahora determinaban matar a Esteban sin consultar a los romanos. 

Esto es hipocresía doble. Esteban decidió que podría presentarles su verdadera situación esperando que la verdad pudiera despertar a algunos de ellos a la comprobación de su propia condición espiritual. “Duro de cerviz” los condenó. 
Este era un lenguaje que comprendía. 

 Cuando lo bueyes eran atados al yugo, al principio luchaban contra él, endureciendo la cerviz y resistiendo con todas sus fuerzas. Llevaban tiempo asegurarlos al yugo. 

En las estancias los caballos y las mulas no se sometían fácilmente al gobierno de las riendas, no era raro que un mula o yegua se atara a la nuca de un buey y viceversa. En pocos días, la condiciones de fuerza de su cerviz se curaban. 

Sin embargo, había algunas yeguas obstinadas y rebeldes y eran vendidos al matadero. De la misma manera, los obstinados lideres de Israel eran inútiles para Dios e ineptos para el servicio. 
 Pero Nicodemo era una excepción, hombre integro y consagrado a los intereses de Dios. 

Este hecho hace que sea muy apreciado entre los cristianos pues Nicodemo, al igual que Pablo y José de Arimatea representa al sabio judío que reconocen al Mesías. 
Los Judíos (dirigentes) eran incircunciso de corazón y de “odio” continuó Estaban En su Palabra Dios habla de diferente clase clase de circuncisión. 

En Jeremías 6:10 habla de oídos incircuncisos. Esos so los oídos que rehusan escuchar la Palabra de Dios. Hoy en pleno siglo XXI también los hay. 
Los lideres judíos debían haber reconocido en Jesús al Mesías prometido. 
Pero rehusaron decir la verdad a otros. La Palabra también habla al corazón incircunciso (Jer. 9:26; Lev. 26:41). 

La obra del Espíritu Santo es hablar al corazón y a lamente, asientos de la razón y la emoción. No hay lugar en el Reino de Dios para corazones incircuncisos. Un corazón puro es un don de Dios.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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