TIEMPO PARA LA LABRANZA

El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que siega a los ociosos se llenara de pobreza. Prov.28:19.
Salomón hombre sabio y esto no era un don suyo, sino dado por Dios. Señalo dos espíritus: el espíritu de diligencia y el espíritu de indolencia. El hombre hace una elección voluntaria. No es caucionado ni obligado. 

Su propia elección lo llevara a un bando o a otro. En cierto pueblo cuyo nombre no quiero acordarme, tenia dos vecinos. Uno de ellos era un hombre muy diligente. Cuando despuntaba la aurora, estaba en el campo de labranza quitando rastrojos, y limpiando la tierra, así cuando labrara la tierra tendría buenas cosechas. 

Cortaba la leña para el invierno y la amontonaba en un corral. Tenia un buen hogar, de acuerdo con su nivel de vida. Tenia sus ahorros en el banco, y su familia bestia modestamente. En la misma calle vivía otro hombre. 

También tenia una granja. Su labor consistía mayormente en caminar hasta el almacén, pasaba mucho tiempo con sus amigos, recolectaban alrededor da la fogata, más cereal del que se recolectaba en todo el pueblo. Cuando se cansaban se iban a echar una partida a la petanca (bolas criollas). 

Al oírlos conversar, me di cuenta que eran los que más cosechaban en el pueblo. Pero la realidad era otra. La imaginación es una gran cosa que no requiere esfuerzo. Aquel hombre y sus amigos vivían en casa que podía ser calificada como una choza. 

No tenía mucho de los bienes de este mundo y generalmente estaban atrasados en sus pagos. Este es un cuadro real que encontramos en el texto de Salomón. La única diferencia que encontramos es en la ubicación. El cuadro de este texto y los incidentes que he relatado, pueden ser una alegoría de la vida cristiana en nuestro tiempo. 

Tenemos dos clases de cristianos en cada iglesia, en cada sociedad e jóvenes, en cada escuela denominacional. Hay los que siempre son diligentes en el servicio de Dios, y en su hogar. 

El otro grupo son los que pasan de todo, y todo le da lo mismo, y ven al mundo como algo mas atrayente. 

Hay un campo que labrar. Dios no coacciona a la mente del hombre, cada uno es libre de escoger a quien servir. Es tiempo de labra. Dios dará la cosecha -almas para el reino de Dios-, si nos rendimos a su Espíritu.

Maranata

Luis José de Madariaga.

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