Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1º Juan 1:3.
Es nuestro privilegio gustar la dulzura de la comunión con nuestro Salvador crucificado y resucitado.
El Apóstol Juan deseaba que sus lectores compartiera el gozo del conocimiento del Padre y del Hijo.
El que verdaderamente conoce a Cristo siempre deseará que otros comparta ese bendito compañerismo. “Tan pronto como viene uno a Cristo, nace en el corazón un vivo deseo de hacer conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús. (CC. 77).
Pero para que esto sea posible debe entregarse el yo a Dios. La complacencia propia significa que no se está siguiendo a Cristo abnegadamente y llevando la cruz. Cuando el yo lucha por los primeros puestos, las percepciones espirituales se debilitan.
Los ojos se apartan de Cristo para ponerse sobre la pobre imagen del yo. No podemos permitirnos llegar a estar separados de Cristo. Debemos seguir mirando a Cristo, el autor y consumador de nuestra fe. . .
Al estar en comunión con Cristo, esa luz preciosa y santa brilla en nuestras almas hasta que todo ámbito queda alumbrado, y llegamos a ser luces brillantes en el mundo que refleja a otros la gloria de Cristo. Debemos mantener a Cristo delante de nosotros como ejemplo de perfección. (carta 48, 1903).
La comunión con Dios es la vida del alma. No es algo que podamos interpretar, algo que podamos vestir con hermosas palabras pero que nos da la seguridad experiencia que hace nuestra palabras de real valor.
La comunión con Dios nos da una experiencia de real valor. La comunión con Dios os da una experiencia diaria que de veras hace que nuestro gozo sea cumplido. Los que tienen esta unión con Cristo lo demostrarán en espíritu, en palabras y en obras.
La profesión [de fe] no es nada a menos que se manifieste en buenos frutos en palabras, en actos y en obras. La unidad, el compañerismo de unos con otros y con Cristo, éste es el fruto que lleva cada rama de la vid viviente.
El alma purificada, nacida de nuevo, tiene un testimonio claro y distinto para dar. . .
Siguiendo el ejemplo del servicio abnegado de Cristo, con fiando como niñitos en sus méritos y guardando sus mandamientos expuesto en Exodo 20. dentro de nuestro corazón en tonces nuestra influencia será fragante con su justicia. (R.H. 30-6-1910).
Maranata
Gracias
por sus oraciones por mi amada esposa. Esta mejor.
Luis
José de Madariaga.
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http://
segunda venida apocalípticaMaranata
La
Biblia a través del tiempo.
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