Tomó pues, Josué todas aquellas tierras, as montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. Josué 11:16.
Josué fue un dirigente y un gran general de éxito. La orden dada por Dios a Josué era clara y sencilla. Durante cuarenta años tuvieron los pueblos para arrepentirse de su maldad, o lo hicieron.
Josué anduvo de victoria en victoria mientras avanzaban en la tierra prometida. Una tras otra las naciones que habitaban la tierra era destruidas o capturadas. Su territorio era ocupado para ser dividido entre las doce tribus de Israel. ¿Porque tuvo éxito Josué?
La respuesta es clara y contundente. En primer lugar, confió completamente en Dios.
Sabía que si que lo que hacia era el gran plan de Dios, no podía fracasar. Obedeció las ordenes implícitas de su General, luego la guerra estaba ganada.
Segundo, una vez ultimado su plan de campaña, procedía con fe.
Esperaba triunfar. Estaba convencido de que Dios estaba con él y no podía fracasar. Mientras siguiera las directrices divinas no podía fracasar.
Tercero, confiaba en que Dios nunca le había fallado en el pasado, y al emprender cada campaña sabía que la victoria ya era suya. Y así la campaña de Josué de poseer la tierra fue una conquista militar exitosa. La tierra, los cerros, los valles, las montañas, y las llanuras, cayeron en las manos de los hijos de Dios.
La experiencia de Josué es un desafió para todos los que profesan el nombre de Cristo hoy. Tenemos una responsabilidad en el ejército de Dios. Debemos invadir el territorio del enemigo, ablando metafóricamente. Debemos realizar una campaña victoriosa tras otra.
Debemos confiar plenamente en la dirección divina. Debemos avanzar con fe, creyendo que la victoria ya es nuestra. Nada debe de distraernos de la campaña contra la inmoralidad, los placeres de este mundo. Podemos mirar por encima a los “gigantes” de esta tierra, pero no olvidemos que más alto y mayor que los gigantes es el Espíritu de Dios.
Debemos conocer por experiencia propia, y por la experiencia de todo los dirigentes de Dios, como lo revela la Biblia, que Dios guardará toda promesa que haya hecho a su pueblo.
Así como Israel recibió una tierra para repartir, debemos de recordar que él dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Luc. 12: 32). Mediante el Espíritu Santo el reino es nuestro. (Apoc. 21.)
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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