Y extenderé su mano por medio de él, como lo tiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia y la destreza de sus manos. Isa. 25:11.
Aunque estas palabras están dirigidas a Moab, porqué forcejea desesperadamente en las turbulentas agua.
Es una advertencia para el ser humano. El hombre forcejea desesperadamente en las turbulentas aguas de la angustia y la de desesperación de la vida, y lucha en vano para librarse.
Recuerdo que un berebere del Sahara me dijo que a unos pocos kilómetros la tierra se tragaba a los hombre que se atreviesen a pisar sus dominios.
En el desierto del Sahara a pocos kilómetros de Mauritania estaba esa dunas que se tragaba a los que se atreviesen a cruzar sus dominios.
Este amigo mio se conocía muy bien el desierto, se ganaba la vida buscando fósiles. Yo no quiero imaginarme la vida de un hombre, luchando por salir de ese mar de dunas.
Tal es la historia de Moab registrada por el profeta Isaias en la gráfica descripción de nuestro testo. El contexto sugiere que la maldad de Moab lo había atrapado. Queda apresado en un fango de suciedad de la cual no hay escapatoria.
Como un nadador sorprendido una repentina crecida del rio, Moab luchaba desesperadamente por salir de su corriente destructora.
Cada grama de energía es empleada en el esfuerzo, pero es en vano. No hay quien ayude, la corriente lo engulle, y al final la lucha cesa con la muerte.
El salmista experimento esta situación de la vida, expresada en el salmo 69: 1,2. 14,15. En aquel día, de Jehová descrito en los cap. 24, 25. Sera un día de angustia y destrucción para los que no estemos preparados, pero de salvación y regocijo para el pueblo de Dios.
El texto nos da una descripción e aquellos que descuidan seguir el consejo divino. Y esto deberíamos tenerlo presente en nuestros días, ya que las normas se han bajado mucho en la iglesia de Dios.
Así como Moab pudo ver la tierra prometida, hay muchos hoy que pueden ver la Tierra Prometida, pero ver es una cosa y estar en ella es otro.
Son atrapados por las corrientes impetuosas de la vida de pecados. Agitan los brazos como un nadador que trata de alcanzar la orilla. Ezequiel nos habla de un rio de agua que fluía del altar.
Llegaba a los tobillos, luego a la rodilla, luego se convertía en un rio que no podía ser vadeado.
Pero hay alguien para ayudar,sin embargo. El Espíritu de Dios siempre esta listo a extender una mano de ayuda. Sin el Espíritu sería imposible alcanzar la salvación.
Con su Espíritu podemos evitar las corrientes impetuosa de la vida, que son todas clases de pecado, empezando por el orgullo y terminando por la intolerancia. Con su ayuda podemos alcanzar la orilla sanos y salvos.
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica
La
Biblia a través del tiempo.
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